Llegamos a su oficina en el centro de la Ciudad de Guatemala. Una colmena habitada por varias organizaciones sociales, donde el tránsito es incesante y estridente. En medio del zumbido de diálogos intensos que se cuelan en la sala, la voz de Aldo se eleva con firmeza, al tiempo que hinca el diente en la durísima realidad guatemalteca que tanto lo indigna y enfurece.
