alza del dólar

Los mayores costos de las importaciones de materias primas y equipos impedirán el supuesto gran aumento de las exportaciones que pregona el presidente Juan Manuel Santos.
Además, se sabe de la escasa oferta exportable del país, por la debacle del agro y la industria, y que los mercados externos están controlados por fuertes competidores de otros países, que también están devaluando.
A estas dificultades súmesele la gravísima situación de la economía mundial.
La retórica optimista del gobierno sobre esta devaluación es una abierta falsificación de la realidad, que apunta a ocultar sus culpas y encubrir que sus concepciones neoliberales lo llevarán a descargar el problema sobre los ciudadanos, mediante desempleo y pobreza, como ocurrió en la crisis de 1999, que tuvo las mismas causas que la actual.
Que el precio del dólar haya llegado a niveles nunca vistos tiene como primera causa su escasez, lo que lo empuja hacia arriba. Y ésta se debe a que la economía colombiana no puede producir los dólares que demandan las exigencias internacionales del modelo económico imperante.
En la práctica, significa un nuevo fracaso del discurso neoliberal, según el cual pueden destruirse el agro, la industria y los servicios, aplastándolos con los productos extranjeros y dañando la capacidad de generar ahorro interno, porque esa destrucción puede reemplazarse con ahorro externo.
Durante la última década, ese disparate estratégico se ocultó tras la cortina de humo de la bonanza de los precios del petróleo y la minería.
Se cae de su peso que ningún mérito les cabe a estos gobiernos por el llamado súper ciclo global de los precios de los commodities.
Si bien la caída del petróleo disparó el faltante de la cuenta corriente de la balanza de pagos y precipitó la crisis, el lío venía desde antes.
En 2014, el déficit comercial de la industria colombiana a 41.384 millones de dólares y el de servicios a 6.638 millones.
Aunque el agro no ha generado déficit, sus importaciones sí han sido mayúsculas, y ello también cuenta.
La deuda externa y la inversión extranjera terminaron a su vez minando el modelo al que sostuvieron: entre 2002 y 2014, las utilidades exportadas por las trasnacionales sumaron 141.301 millones de dólares, 115 por cada 100 invertidos, al tiempo que el servicio de la deuda externa costó 131.215 millones, sobre un monto total que el año pasado llegó a 101.000 millones.
La crisis sería peor de no ser por las altas sumas –4.093 millones de dólares en 2014– que los colombianos que trabajan en el exterior giran a sus familias, dinero que tampoco genera la economía colombiana y los neoliberales no mencionan.

