En Ansermanuevo, Valle del Cauca,
Con Carlos Ossa Trejos
“No me arrepiento de nada
y sigo en la lucha”
y sigo en la lucha”
Cortero gravemente herido por la represión policial recupera lentamente su vida

En la madrugada del 3 de marzo pasado, un contingente del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) atacó con saña a los corteros en huelga del Ingenio Risaralda, que exigían contratación directa e indefinida. Carlos Ossa Trejos, directivo de la seccional La Virginia del Sintrainagro, recibió el impacto de una bomba lacrimógena disparada a quemarropa en su rostro.
No contentos, arremetieron contra él a patadas y golpes, y con machetes le propinaron varias heridas. Carlos quedó más de un mes en coma y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente en repetidas ocasiones.
La brutal represión provocó la pérdida de su ojo derecho y de parte de la caja encefálica, pero sobrevivió y, lentamente, está recuperando su vida.
“Fue un ataque brutal y estuve al borde de la muerte. Pero no me arrepiento de nada y sigo en la lucha al lado de mis compañeros”, dijo durante una visita que La Rel realizó a su casa en Ansermanuevo, en el Valle del Cauca.
-¿Cuáles son tus recuerdos de aquel 3 de marzo?
-Era de madrugada. Estábamos descansando cuando de repente llegaron los agentes del ESMAD y comenzaron a lanzarnos bombas lacrimógenas.
Nos levantamos y nos replegamos hacia la planta del Ingenio. Me acuerdo que había mucha confusión y humo. Pasé un alambrado para entrar al Ingenio y sentí un impacto muy fuerte en mi rostro. Creo que perdí el conocimiento porque el impacto y el dolor es el último recuerdo que tengo.
Mis compañeros me contaron que la explosión me botó el ojo y parte de mi cabeza, justo aquí donde ahora tengo este hueco. Los malditos continuaron a pegarme. Me daban golpes y patadas, y me infirieron varios machetazos en la cabeza y en los brazos. Finalmente me levantaron, me tiraron en un carro y me llevaron a un hospital.
Estuve mucho tiempo en el hospital. A mi esposa los médicos le decían que los golpes podían haber afectado al celebro, y que si sobrevivía podía quedar como un vegetal.
Sin embargo desperté y estoy aquí, con vida y recuperándome. Perdí un ojo, tengo este hueco, muchas heridas…me masacraron. Pero también tengo muy buenos compañeros que nunca nos han dejado solos.
La brutal represión provocó la pérdida de su ojo derecho y de parte de la caja encefálica, pero sobrevivió y, lentamente, está recuperando su vida.
“Fue un ataque brutal y estuve al borde de la muerte. Pero no me arrepiento de nada y sigo en la lucha al lado de mis compañeros”, dijo durante una visita que La Rel realizó a su casa en Ansermanuevo, en el Valle del Cauca.
-¿Cuáles son tus recuerdos de aquel 3 de marzo?
-Era de madrugada. Estábamos descansando cuando de repente llegaron los agentes del ESMAD y comenzaron a lanzarnos bombas lacrimógenas.
Nos levantamos y nos replegamos hacia la planta del Ingenio. Me acuerdo que había mucha confusión y humo. Pasé un alambrado para entrar al Ingenio y sentí un impacto muy fuerte en mi rostro. Creo que perdí el conocimiento porque el impacto y el dolor es el último recuerdo que tengo.
Mis compañeros me contaron que la explosión me botó el ojo y parte de mi cabeza, justo aquí donde ahora tengo este hueco. Los malditos continuaron a pegarme. Me daban golpes y patadas, y me infirieron varios machetazos en la cabeza y en los brazos. Finalmente me levantaron, me tiraron en un carro y me llevaron a un hospital.
Estuve mucho tiempo en el hospital. A mi esposa los médicos le decían que los golpes podían haber afectado al celebro, y que si sobrevivía podía quedar como un vegetal.
Sin embargo desperté y estoy aquí, con vida y recuperándome. Perdí un ojo, tengo este hueco, muchas heridas…me masacraron. Pero también tengo muy buenos compañeros que nunca nos han dejado solos.

La solidaridad de la gente y del Sindicato
La lucha continúa
-Su esposa y sus compañeros me contaban que estabas muy comprometido con la lucha por la defensa de los derechos laborales y sindicales.
-Decidimos irnos a la huelga porque la empresa nunca quiso escucharnos. A las 10 de la noche del día 2 de marzo me llamó mi hija llorando y me pidió que regresara a la casa, porque era muy peligroso estar ahí.
Yo le contesté que no podía dejar la lucha, ni abandonar a mis amigos y compañeros de trabajo. ¿Cómo podía traicionarlos?
En los días previos al inicio de la huelga, la empresa mandaba gente a mi casa para que renunciara a la lucha y no me involucrara en la protesta. Me prometían la luna, pero me mantuve firme y sigo en la lucha. Estoy vivo, voy recuperándome y vamos para adelante.
-¿Se abrió una investigación sobre los hechos del 3 de marzo?
-No hay ninguna investigación y todo está quedando en total impunidad. Estos malditos casi me matan y nadie dice, ni hace nada.
-Es bueno ver tantas compañeras y compañeros solidarios con usted y su familia.
-Esto es lo más lindo. Los compañeros del Sindicato nunca nos han dejado solos. Nos visitan, nos apoyan, hacen colectas para ayudarnos y para costear los gastos médicos. Su ayuda es invaluable y se los agradezco desde lo profundo de mi alma.
-En algún momento se arrepintió de haberse involucrado en esta lucha?
-¡Nunca me voy a arrepentir, no importa el precio que tuve que pagar!
Y si algún día me tocara volver a hacerlo, no lo pensaría ni un momento.

Fotos: Mauricio Ramos
Rel-UITA
19 de agosto de 2015

