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Recuperan al “nieto 133”

“Nos buscamos y nos quisimos encontrar”

Perteneciente a una familia diezmada como pocas por la dictadura argentina, el hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho recuperó este mes su identidad 46 años después de haber nacido en cautiverio. Es el “nieto 133” que las Abuelas de Plaza de Mayo logran identificar de los alrededor de 500 que fueron arrebatados a sus familias.

Daniel Gatti

01 | 08 | 2023


Foto: Diario Perfil

Todavía no se conoce su nombre ni qué familia fue que lo crio como si fuera su hijo biológico, pero sí se sabe que tiene dos hijos y que fue él quien, hace cinco años, comenzó a indagar para saber su origen.

Primero se contactó con Abuelas de Plaza de Mayo y luego siguió el derrotero por el que pasan los cerca de 1.200 jóvenes y no tan jóvenes argentinos que sospechan ser familiares de desaparecidos: la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, el Banco Nacional de Datos Genéticos y la Unidad Especializada para Casos de Apropiación de Niños durante el terrorismo de Estado.

El 26 de julio le comunicaron que el test de compatibilidad genético que se había realizado había dado positivo en 99,9 por ciento con la familia Santucho Navajas. De inmediato se reunió con su padre Julio y con Miguel, uno de sus hermanos.

Dos días después Abuelas de Plaza de Mayo comunicó públicamente su “recuperación” en una conferencia de prensa en la que participaron Julio y Miguel. Él “nieto 133” la estaba escuchando.

“Lo esperé tanto que me cuesta creerlo. Es uno de los momentos más luminosos de nuestra vida. Tengo la sensación de haber encontrado un ser especial”, dijo en la conferencia de prensa Miguel Santucho.

“Parece tener un carácter firme y fuerte, más que el mío”, contó a su vez su padre.

Cristina Navajas fue secuestrada el 13 de julio de 1976 cuando se encontraba con sus dos hijos en casa de su cuñada, Manuela Santucho, junto a otra compañera, Alicia d’Ambra. Las tres mujeres, todas ellas integrantes del PRT, permanecen desaparecidas.

Hacía muy pocas semanas que esta maestra de 26 años sabía que estaba gestando a su tercer hijo.

“Soy Cristina Navajas, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo, y estoy embarazada”, les dijo a sus captores en el centro clandestino Puente 12, según testimoniaron sobrevivientes de ese campo a la que fue llevada tras haber estado unos días en Automotores Orletti, el lugar donde los militares argentinos hacinaban a la gran mayoría de los extranjeros –en especial uruguayos− secuestrados en el marco del Plan Cóndor.

En Puente 12 Cristina permaneció hasta diciembre de 1976 y luego fue trasladada hacia el Pozo de Banfield, de donde desapareció.

Instalado en Italia, donde había sido evacuado por su organización política, Julio Santucho, pareja de Cristina, quiso volver a Buenos Aires a buscar a su compañera al enterarse de su caída. La dirección del PRT se lo impidió: “no podemos perder a otro Santucho”, le dijeron.

Saña y alevosía

Los militares argentinos se encarnizaron especialmente con los Santucho: una veintena de los integrantes de la familia fueron asesinados o secuestrados, entre ellos varios niños.

Ana María Villarreal, primera pareja del jefe máximo del PRT-ERP, Mario Roberto Santucho, con quien tenía cuatro hijos, fue fusilada por la Armada en una base del sur del país junto a otros 15 militantes de diversas organizaciones guerrilleras el 22 de agosto de 1972 en lo que se conoce como “la masacre de Trelew”, sucedida bajo la dictadura comandada por el general Agustín Lanusse.

En junio de 1975, época del gobierno “democrático” de Isabel Perón, las Fuerzas Armadas mataron a Asdrúbal Santucho, uno de los 11 hermanos del líder del PRT-ERP, y seis meses después irrumpieron en un cumpleaños infantil y secuestraron a Ofelia Ruiz, viuda de Asdrúbal, sus cuatro hijos y otros cinco niños (entre ellos cuatro hijos de Mario Roberto Santucho).

Al fundador del PRT lo fueron cercando con paciencia. Lo asesinaron finalmente el 19 de julio de 1976 y secuestraron a su segunda esposa, Liliana Delfino, con quien tenía un hijo. Esperaban otro, que forma parte de los más de 300 que aún no han sido recuperados.

El 13 de julio habían sido secuestrados otros dos hermanos de Mario, Carlos y Manuela, esta última junto a Cristina Navajas y Alicia d’Ambra.

Los cuatro fueron conducidos a Automotores Orletti, donde el 19 de julio a Manuela le hicieron leer el comunicado en el que daban cuenta de la muerte del líder del PRT-ERP. A Carlos lo mataron sumergiéndole una y otra vez la cabeza en un tacho de agua, hasta ahogarlo.

A esa familia pertenece el “nieto 133”, al que su padre Julio, sus hermanos, sus tíos, y hasta su muerte, en 2012, su abuela materna Nélida Navajas, buscaron por todos los medios a su alcance. “Nos quisimos encontrar, y ahora empieza otra historia”, dijo en la rueda de prensa Miguel Santucho.