“Hoy ella se ha puesto color en las pestañas
Hoy le gusta su sonrisa, no se siente una extraña
Hoy sueña lo que quiere sin preocuparse por nada
Hoy es una mujer que se da cuenta de su alma”
(Fragmento de la canción Ella de Bebe)
Los anfitriones de este miércoles 23 fueron Maria Felícia Castro de la Federación de Trabajadores Asalariados Rurales de Rio Grande del Sur (FETAR); Marta Anariba presidenta del Sindicato de Trabajadores del Instituto Nacional Agrario (Sitraina) y Gisele Adao y Eduardo Medeiros del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación de Criciúma y Región (SINTIACR).
Una nerviosa Felicia –que realizaba su primera exposición en un seminario– abrió la jornada contando sobre el avance en el papel de las mujeres en el fortalecimiento de los sindicatos. Las dificultades que enfrentan las trabajadoras rurales y las mujeres de campo que no solo sufren discriminación sino que además muchas veces no reciben siquiera remuneración por sus labores.
“El punto de inflexión para empezar a avanzar en la participación de las trabajadoras en los espacios sindicales fue el encuentro con la Rel UITA y la CONTAR. A partir del trabajo que desarrollamos conjuntamente en varios sindicatos de trabajadores rurales captamos la participación de más mujeres a la organización e iniciamos un proyecto con las esposas de peones rurales que ha tenido un excelente resultado y comenzamos una tarea de acercamiento con los sindicatos de Uruguay”, relató.
El sindicato de Felicia armó un proyecto para que mujeres rurales vendan productos artesanales confeccionados por ellas, como una forma de aumentar los ingresos del hogar y tener cierta independencia económica.
“Este trabajo es muy gratificante porque nos permite acercarnos a las compañeras y de esa forma acercarlas a la organización sindical. Gracias al Clamu y la Rel UITA por este espacio y por todas las puertas que nos abre”.
Con decir que la siguiente expositora nos hizo emocionar a todos, me quedo corta. Marta Anariba, es una dama fuerte y luchadora que supo abrirse camino en un machista mundo sindical hasta llegar a ser la primera mujer en presidir el Sitraina.
Su historia, es en sí misma una experiencia de superación y empoderamiento de la mujer. Víctima de discriminación y de violencia doméstica Marta supo reponerse ante los retos que le impuso la vida en una Honduras marcada por la desigualdad social, fruto de sucesivos gobiernos corruptos y un modelo económico salvajemente neoliberal.
“Mi marido no estaba de acuerdo en que me dedicara a las actividades sindicales, ni que saliera a protestar por democracia luego del golpe de Estado de 2009 y eso me costó mi matrimonio, la agresión del padre de mis hijos y hasta la cárcel”, cuenta con la voz quebrada por la emoción.
Las palabras de presentación de su amiga Lenissa la llevaron a otros tiempos, los difíciles, los del miedo y el dolor y por eso Marta no controla las lágrimas y con ella lloramos varias.
“Me pongo así –se disculpa– porque contarles por todo lo que pasé me recuerda todo lo que pude superar y las animo a todas a seguir luchando para ser nosotras mismas y que nadie nos diga que no podemos hacer algo, porque sí podemos”, subraya.
“Por supuesto, que en mi camino tuve la ayuda de muchas personas y organizaciones, como la activista Gladys Lanza, como de la propia UITA que me animó a estar donde hoy estoy en el movimiento sindical, agradezco al compañero Giorgio Trucchi que está siempre que lo necesitamos en el Sitraina, y todos ustedes que me están acompañando ahora”.
Marta cerró su exposición con una frase que contagió a todos los participantes: “Cuando nos tiren a los lobos, volveremos liderando la manada”, dijo.
Cerrando la jornada Gisele Adao y Eduardo Medeiros, sindicalistas y activistas LGBTI contaron cómo lograron colocar en el debate de su sindicato la pauta de derechos de este colectivo.
A pesar de ser respetados por sus compañeros y compañeras de trabajo en el frigorífico y de contar con un amplio historial en la defensa de los derechos laborales en su sector, igualmente sintieron el prejuicio cuando tuvieron que hablar del colectivo LGBTI, principalmente el de sus pares en el sindicato.
“Cuando organizamos el primer Encuentro de la Diversidad con el apoyo de la Rel UITA y de Union To Union (Suecia), nos chocamos con una gran muralla de prejuicios que no habíamos previsto”, recuerda Gisele.
“A la hora de repartir los volantes para invitar a la actividad, muchos dirigentes de nuestro sindicato se negaron, porque sentían vergüenza”, acotó Eduardo.
Ambos coincidieron en que fue la aproximación a la Rel UITA que los puso en el camino de atender las reivindicaciones de este colectivo dentro del ámbito laboral.
El testimonio de dos mujeres trans, y el de un pastor evangélico destacando la labor del sindicato demuestra que la inclusión sigue siendo la mejor manera de hacer sindicalismo.
“Nuestro sindicato en la figura de Celio Elias nos abrió la primera puerta pero fue con la UITA que logramos trascender y llegar cada vez a más organizaciones y demostrar la necesidad de incluir a las personas LGBTI a la hora de reivindicar derechos”, recalca Gisele.
Ella que es vicepresidenta del Comité Mundial de Trabajadores LGBTI de la UITA logró en poco tiempo, con su carisma y dedicación llevar la causa fuera de fronteras.
“Los invitamos a todas y a todos a que debatan, a que incluyan a los compañeros y compañeras de este colectivo en sus organizaciones, porque no es necesario ser de la causa para defender la causa”, manifestó emocionada.
Ambos dirigentes agradecieron a Jaqueline Leite por “pulirlos” en su camino sindical y por estar ahí siempre que ellos necesitan.
Este capítulo tuvo un espacio especial para Odilia Caal Có, dirigente guatemalteca que fue brutalmente golpeada por personeros de la empresa maquiladora Winner Textil y obligada a renunciar al sindicato.
La UITA está denunciando internacionalmente este hecho y comenzará una campaña de apoyo a la trabajadora.
Antes del cierre del capítulo de este miércoles hubo tiempo para el intercambio con los participantes, y fue ahí donde pude ver que aunque estas eran las historias de Marta, de Eduardo y Gisele, de Felicia y Odilia podían ser la historia de cualquiera de nosotros.
Por eso nos emocionaron tanto, porque los que creemos en un mundo mejor, más equitativo y solidario sabemos que cuando nos golpean, volvemos en manada para dar pelea.