-¿Cuántos años en la federación?
-Desde su fundación en 2010.
Un detalle interesante es que la federación nació como Confederación debido a un error de interpretación del estatuto de la central, la CGTP, y entonces se creó la federación como si fuera una confederación.
Al sistema empresarial le convenía porque se creaba una nueva central sindical. Al darnos cuenta del error lo corregimos y creamos la sectorial, como lo mandaba el estatuto de la central. Así se quedó, y estamos como federación de la CGTP.
-¿Con cuántos sindicatos se constituyó?
-Comenzamos con 15 bases sindicales y ahora tenemos 50.
-De aquellas quince, 10 eran de la capital…
-Sí, empezamos el trabajo con bases sindicales de la capital y gracias a la ayuda de la UITA y con Comisiones Obreras de Navarra nos abrimos hacia el interior del país.
Iniciamos labores en Arequipa, Trujillo, Virú, toda la zona norte.
-De las 50 bases de la federación muchas fueron creadas y organizadas por la propia federación, ¿cierto?
-Sí, y hemos ido creando nuevas en diferentes partes del país, como Arequipa, Trujillo, Lima y recientemente Chiclayo.
Los trabajadores y las trabajadoras están tomando conciencia de que la única salida para que se les reconozca sus derechos laborales es organizarse.
-Los empresarios se quejan de la rigidez y la falta de flexibilidad del mercado laboral, algo absurdo.
-El mercado laboral no es tan rígido en ninguna parte del mundo.
Los empresarios lo ven así porque quieren hacer con los derechos laborales lo que se les antoje, de lo contrario no tendríamos las diferentes modalidades de contratación que tenemos.
En Perú hay hasta 15 modalidades, muchas de ellas muy extremas. El sistema de contratación intermitente hace que haya gente que está por 20, 25 años con empleos temporales.
El empresariado siempre quiere saltarse la norma. Aquí hay grandes empresarios que conforman pequeñas empresas que les ofrecen servicios a ellos mismos, un claro ejemplo de que no existe la rigidez de la cual se quejan.
-Después de la dictadura de Alberto Fujimori, el movimiento obrero cayó en una gran crisis, hubo mucha persecución a dirigentes sindicales, activistas, la cobertura de los convenios colectivos quedó en una expresión mínima. ¿Es difícil enfrentar esa situación?
-Sí, desde la época de Fujimori los sindicatos quedaron minimizados, los derechos laborales prácticamente desaparecieron, la revisión de los convenios colectivos que se ordenó en la época desvaneció muchos derechos laborales.
Ahora muchos empresarios persiguen a los sindicalistas, ven de forma negativa que los obreros quieran formalizar su agrupación sindical. Hay empresas que directamente despiden a los trabajadores que forman sindicatos.
Lamentablemente, el Ministerio de Trabajo está actuando de manera contraria a la ley, cuando debería ser el garante de que las normas se cumplan.
El sistema de inspección laboral ya no existe, ahora son entes autónomos. Actualmente la encargada de monitorear el cumplimiento de estas normas es la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (SUNAFIL), que finalmente nunca afecta a los empresarios.
-En este ambiente de tantas restricciones para la acción sindical, una federación como la de ustedes no solamente sobrevivió sino que ha crecido.
-Creo que se debe a que no solo atendemos a los compañeros y las compañeras del sector alimentos, que es la base de la federación, sino que también brindamos apoyo a muchas instituciones ajenas al sector. Los petroleros, los mineros, algunos conductores, inclusive los de construcción civil, acuden a nosotros.
Nos hemos ganado esa confianza porque además estamos bien representados nacional e internacionalmente.
El respaldo de la UITA hace que muchos de los que se acercan sientan que tienen una organización fuerte detrás y eso nos ha dado méritos para seguir creciendo.
Hay muchos trabajadores y muchas trabajadoras que no cuentan con orientación, por eso nos llaman y los atendemos.
Contamos con un área de extensión social que presta ayuda en temas que van más allá de la labor sindical. Asesoramos en materia civil, de familia, en procesos judiciales. Todo ello hace que tengamos cada vez más adhesiones y mejores miradas.
-Una de las organizaciones que se han acercado a ustedes es el sindicato de las trabajadoras sexuales, que después de golpear muchas puertas encontraron en ABA el cariño, el asesoramiento que necesitaban, una casa que se ha puesto a su disposición.
-Sí. El primer encuentro con las compañeras trabajadoras sexuales fue durante la realización de un taller de formación sindical.
Ahí surgió una conversación casual en la que ellas nos expresaron su intención de formar un sindicato y nos dijeron que habían tocado varias puertas sin éxito.
Desde ese día echamos mano de lo poco que conocíamos de esa área y decidimos apoyarlas. Ellas, por su parte, confiaron en nosotros y ahora logramos lo que por años habían estado persiguiendo: un sindicato de trabajadoras sexuales.
Si bien el Ministerio de Trabajo quiso frenar este intento conseguimos, mediante un trabajo conjunto con la UITA, registrar el Sindicato de Trabajadoras Sexuales, una organización de alcance nacional.
En Lima, Gerardo Iglesias