Un sector récord en enfermedades laborales
En Uruguay, la industria frigorífica lidera desde hace casi una década el podio de enfermedades osteomusculares, según datos del Informe anual del Monitor de Enfermedades Profesionales del Banco de Seguros del Estado (BSE).
Amalia Antúnez
28 | 2 | 2024
Ilustración: Allan McDonald
La enfermedad laboral más frecuente en el sector frigorífico es la epicondilitis (codo) debido al trabajo intenso y repetitivo (70,44 por ciento), seguida de tenosinovitis crónica de la mano y la muñeca (14,28) y el síndrome de túnel carpiano (10,34 por ciento).
Según cifras oficiales, la industria frigorífica concentró el 61,7 por ciento del total de trabajadores lesionados en el período 2021-2022.
Hasta la fecha, el BSE no ha publicado el informe correspondiente a 2023, pero son varios los casos de lesiones por esfuerzo repetitivo que reportan trabajadores y trabajadoras afiliados a la Federación Obrera de la Industria de la Carne y Afines (FOICA), lo que hace suponer que la cifra se mantiene o tiende a crecer.
También en base a los datos oficiales, la franja etaria que acumula mayor cantidad de diagnosticados por enfermedades profesionales está entre los 35 y los 44 años.
El trabajo con nuestras bases sindicales y la aprobación de una reforma jubilatoria, que extiende la edad de retiro en Uruguay a los 65 años, volvió a poner el tema de las enfermedades ocupacionales en la industria frigorífica en el tapete.
Para esta nota, La Rel entrevistó a cuatro trabajadoras de diferentes frigoríficos que prefirieron mantener el anonimato para evitar posibles represalias por parte de sus empleadores.
Todas ellas padecen de epicondilitis y tendinitis en el hombro del brazo hábil y todas son menores de 40 años.
Además de laborar con dolor y tener que certificarse cada vez con más frecuencia, estas trabajadoras denuncian que el organismo estatal que regula y monitorea los accidentes y enfermedades ocupacionales (el BSE) no considera la tendinitis del hombro (omalgia) como una lesión derivada del trabajo.
“El dolor es insoportable, no puedo levantar el hombro en un ángulo de 90 grados. Mi jornada laboral es de 8 horas y actualmente solo puedo cumplirla porque estoy medicada”, dice Carla*, de 37 años.
Según explicó, durante un mes y medio permaneció bajo la cobertura del BSE, pero luego de ese período la derivaron al sistema integrado de salud.
“Estuve cuatro meses para conseguir una cita con traumatólogo y preferí volver a trabajar porque lo necesito, aunque el dolor es intenso, siento un pinchazo permanente en el hombro”, describe.
Carla trabaja en un frigorífico de bovinos en el sector de menudencias desde hace 18 años.
“En el banco de seguros insisten en que la omalgia no es una enfermedad profesional que, para ser considerada como tal, la lesión debe ser del codo a la muñeca”.
Otra de las falencias de la cobertura de accidentes y enfermedades profesionales que denuncian las trabajadoras es que, si el o la paciente no es del sector de producción, aunque la lesión sea entre el codo y la muñeca no le corresponde la asistencia.
“Fui a consultar en el BSE por un dolor fuerte en el brazo a la altura del codo y la profesional que me atendió me diagnosticó la lesión (epicondilitis), pero me dijo que el seguro no me podía cubrir más de una semana porque no pertenezco al sector de la producción del frigorífico”, relata otra trabajadora a la que vamos a llamar Graciela.
Ella se desempeña desde hace cinco años en la parte de limpieza de una planta frigorífica, y entre las tareas que debe realizar están: levantar parrillas de hasta 22 kilos para poder despejar el área a limpiar y cargar a pala la grasa que se acumula en las canaletas del sector de faena.
Ilustración: Allan McDonald | Rel UITA
Según explicó, en algunas ocasiones la empresa hace rotación de sectores, pero en todos la sobrecarga existe.
“Por un tiempo hice la limpieza en menudencias y ahí tocaba levantar varias chapas de unos 7 o 10 kilos más o menos, cargarlas a un carro de desinfección y volverlas al piso”.
Entre enero y agosto de 2022 (último período registrado) hubo en la industria frigorífica más de 2.000 casos de accidentes. Fue también el sector con mayor grado de incapacidades laborales.
La sobrecarga no es el único factor que incide en el desgaste físico particular de los obreros y las obreras de los frigoríficos.
También es un sector que expone a sus trabajadores y trabajadoras a bajas temperaturas; a riesgos biológicos derivados de la zoonosis; a la potencial fuga de amoniaco; a altas vibraciones, a posturas forzadas, y a un ritmo de trabajo intenso.
Otra de las entrevistadas, que llamaremos Raquel, tiene 28 años y relató una situación similar a la de sus compañeras, donde destaca la desidia por parte de los profesionales que las atienden en el Banco de Seguros.
“En mi caso particular fui a consultar por un dolor fuerte en todo mi brazo hábil. De entrada, el médico que me atendió me dijo que por el hombro no irían a certificarme porque no es considerada una lesión de trabajo”, señala.
Ella se desempeña como envolvedora en la línea de producción de un frigorífico y trabaja bajo el régimen denominado 9 horas 36, que implica trabajar 9 horas, 36 minutos de lunes a viernes, completando 48 horas semanales.
“El ritmo viene siendo intenso y eso llevó a que varios compañeros y compañeras se lesionaran y necesitaran licencia médica. Como hubo esas bajas, la empresa contrató a personal temporal que, al no ser idóneo, terminó por sobrecargar nuestro trabajo”, dice.
Todas las entrevistadas coincidieron en la mala atención recibida de parte de los profesionales de la salud del BSE y en su insistencia en desechar la lesión del hombro como consecuencia de los esfuerzos repetitivos, el ritmo e intensidad dentro de las líneas de producción.
“Fui atendida en el BSE de muy malos modos. Antes mismo de revisarme a mí o a mi historia clínica, el médico fiscal me dijo que no me darían una pensión por mi lesión en el hombro”, recuerda Marcela, una empleada de 35 años que hace seis se desempeña en el área de desosado de un frigorífico.
“Le respondí que no era ese mi propósito y sí que me dieran un tratamiento para que pudiera regresar al trabajo en buenas condiciones, a lo que insistió diciendo que en ninguna parte del mundo las lesiones en el hombro son consideradas como enfermedad ocupacional”, agregó.
Marcela asegura también que todo el tiempo intentaron minimizar su lesión.
A todo esto, hay que sumarle que por ley si un trabajador o trabajadora presenta una lesión derivada de la tarea que realiza, cobrará la totalidad de su salario mientras esté en tratamiento.
En cambio, si la enfermedad que padece no es reconocida por el ente asegurador, como en este caso la omalgia, y se deriva al Sistema Nacional Integrado de Salud, los afectados pasarían a percibir el 70 por ciento de sus ingresos totales.
No solo les niegan el derecho a tratarse. También les afectan el sustento. El combo completo de una actitud de menoscabo a los trabajadores y las trabajadoras.
En 2017, en un un taller sobre salud y seguridad laboral con enfoque en las lesiones por esfuerzo repetitivo, el doctor Roberto Ruiz, reputado especialista brasileño en salud laboral y director del Departamento de Salud de la Rel UITA, señalaba que en casos como estos “hay que volver visible lo que es invisible, pasar de lo individual a lo colectivo y convertir la indignación en acción”.
Luego precisaba su frase: “hay que divulgar que las trabajadoras y los trabajadores se están enfermando por el trabajo que desempeñan, que no es algo personal sino un fenómeno colectivo y que debemos convertir su indignación en una propuesta de cambio”.
(*Todos los nombres son ficticios)