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Con Gladimir Ribeiro da Silva, vicepresidente del Sindicato de Trabajadores de la Alimentación de Ijuí

“En Lactalis somos apenas números”

Militante sindical desde fines de los años 80, Gladimir es un experimentando dirigente, pero sobre todo un gran conocedor de la industria láctea del estado de Rio Grande do Sul. Con La Rel habló de la situación en el sector, con énfasis en Lactalis, una empresa que destaca por lo negativo.

Gerardo Iglesias

11 | 05 | 2022


Gladimir Ribeiro da Silva | Foto: Gerardo Iglesias

Sus 38 años de trabajo en la empresa, que en sus inicios era una cooperativa de productores de leche y que actualmente pertenece a la transnacional francesa Lactalis, avalan su mirada sobre las diferencias que mantienen los representantes de los trabajadores y las trabajadoras con la compañía.

Lactalis se niega a negociar con los sindicatos una reposición salarial que contemple el 100 por ciento de la inflación del período.

En 2021 la compañía impuso un reajuste del 80 por ciento del IPC sin previa negociación, algo que los sindicatos de todo Brasil rechazaron de forma contundente.

Como ninguna otra

Desde que Gladimir comenzó a trabajar la empresa cambió ocho veces de razón social. Pero ninguna tuvo la postura que Lactalis.

“Cuando venden la cooperativa a un empresario japonés prácticamente la regalan, porque no valoraron la inversión previa que se había realizado, sobre todo en la formación de los colonos y la mejora de las líneas genéticas para el ganado lechero. Luego el empresario la revendió por muchisímo más a BRF”, recuerda.

“En tiempos en que se llamaba Cooperativa Central Gaúcha de Leche (CCGL) teníamos muchos beneficios, entre ellos un incremento salarial real cada quinquenio, teníamos plan de salud gratuito para el trabajador y sus familias y accedíamos a los productos de la empresa a precio de costo, además de una canasta básica”, relata.

“A la larga nos sacaron el plan de salud gratuito y fueron año a año bajando el porcentaje de incremento salarial hasta llegar a cero. Ahora no quieren pagar siquiera el reajuste inflacionario”.

Además, quitaron el adicional por insalubridad y congelaron el bono por auxilio escolar.

Alta rotatividad

Debido a esta realidad, en la empresa se da un fenómeno de alta rotatividad.

“Los trabajadores y las trabajadoras llegan con mucha ilusión de entrar en una transnacional del porte de Lactalis, pero cuando ven cómo son las cosas (falta de beneficios y de oportunidades de crecimiento y un salario que apenas supera el mínimo nacional) se terminan yendo en busca de algo mejor”.

A pesar de la pandemia, Lactalis no paró de producir y por lo tanto no dejó de ganar. Sin embargo, el personal no ve esas ganancias.

“Para esta empresa francesa somos apenas números. Por eso muchos trabajadores de la región buscan compañías más pequeñas. Allí al menos son tratados como seres humanos y tienen más beneficios, como los domingos y feriados libres”.

“Antiguamente esas fechas se pagaban doble o triple y ahora solo quieren dar lo que llaman compensaciones y no las horas extra exigidas por ley, un absurdo”, subraya Gladimir.

Solo quedan los grandes

En otro orden, se dejó de incentivar a los pequeños productores de leche y las exigencias sanitarias sobre el transporte del producto también influyeron en que fueran disminuyendo los establecimientos tamberos.

“Hoy en día solo quedan los grandes productores. Los pequeños agricultores que criaban su ganado a pradera se extinguieron, cambió toda la fisionomía de esta parte de la cadena de la industria lechera”.

Con empresas que ofrecen cada vez menos beneficios a su plantilla obrera, la preocupación mayor de trabajadores y dirigentes es la creciente automatización de la producción.

De 500.000 litros de leche diarios que eran procesados en la planta de Ijuí por poco más de 500 trabajadores, hoy se industrializan más de 2 millones de litros con 423 funcionarios.

“En mis inicios en la industria se generaba mucho más mano de obra pues se realizaba desde la limpieza de tarros y camiones que transportaban la leche”, afirma Gladimir.

En la sección de producción de quesos, de 30 trabajadores se pasó a tres o cuatro, producto de la automatización.

“Ya no pasa como antes, que nos conocíamos todos, que si teníamos algún problema los dueños de la empresa se preocupaban y se ponían a las órdenes, convivían con nosotros, sabían quiénes éramos. Ahora somos apenas un engranaje más, una pieza de la gran industria”.