Argentina | CRISTINA FERNÁNDEZ | CONDENA JUDICIAL

Momento de altísimo voltaje político

Carlos Amorín

13 | 6 | 2025


Foto: Telesur

El pasado martes 10 de junio la Suprema Corte de Justicia argentina confirmó la condena a seis años de prisión contra Cristina Fernández de Kirchner (CFK) en una causa por desvíos de fondos para obras de Vialidad en su provincia originaria de Santa Cruz.

¿Justicia o martirologio?

La sentencia implica el impedimento a perpetuidad para ser candidata a algún cargo político, y se presume que cumplirá la condena en prisión domiciliaria, en virtud de que tiene 72 años y le asiste derecho a solicitar ese beneficio, como a todos los mayores de 70 años condenados a prisión. CFK había ya adelantado su intención de presentarse como candidata a diputada por el PJ en las próximas elecciones de septiembre.

Cristina Fernández, jefa del Partido Justicialista (peronista), afirmó que el fallo de la SPJ representa un acatamiento a “ordenes” que vienen desde el “poder económico concentrado” en pocas manos, y calificó a los magistrados de “monigotes”.

A pesar de ser previsible, la noticia cayó como un balde de agua helada en parte de los sectores oficialistas y en importantes ámbitos empresariales, que curiosamente hasta ahora no se pronunciaron al respecto.

La reacción de la calle

El miércoles 11, estaba convocada como cada miércoles una concentración de jubilados y jubiladas frente al Congreso Nacional. La policía de la ciudad de Buenos Aires, apoyada por la Federal, había montado un muy fuerte operativo en torno a la movilización, que en otras ocasiones habían terminado en provocaciones policiales y una durísima represión contra ancianos y ancianas.

Al contrario que en otras oportunidades, esta vez numerosos sindicatos acudieron a la convocatoria, cuando durante las semanas anteriores habían acusados de “abandonar a los abuelos” al asumir una actitud corporativa y no participar en las manifestaciones callejeras.

La concentración del pasado miércoles, trasmitida en directo por varios medios de televisión nacionales, cambió sorpresivamente de rumbo y las columnas que se dirigían al Congreso tomaron rumbo a la Casa Rosada (sede de la Presidencia) ante el desconcierto de la Policía que se abstuvo de reprimir.

Otras decenas de miles de personas conformaron una heterogénea multitud que se dio cita frente al apartamento bonaerense de Cristina Fernández en una explícita manifestación de apoyo a la líder peronista.

A pesar del frío cruel que se abate en estas noches en la región, una masa de hombres y mujeres permaneció allí en lo que ya se caracterizó como “el aguante a Cristina”, colapsando la circulación en varias calles y avenidas del entorno.

Mientras tanto, agrupaciones estudiantiles ocupaban varias Facultades en Buenos Aires, el personal del Hospital Garrahan, el referente de atención pediátrica en el país, iniciaba un paro y se sumaba a las movilizaciones junto a los jubilados después de arrastrar un largo conflicto por falta de medicamentos y recursos para atender a la población.

¿La nueva Evita Perón?

Ayer, jueves 12, se repitió el escenario. A partir de las 17 horas, cuando la gente sale de sus trabajos, otra vez la multitud se hizo incontenible acudiendo a lo que ya se dio en llamar “el lugar de peregrinación” en apoyo a la ex presidenta, quien en reiteradas ocasiones ha salido a su balcón para saludar a sus miles de adeptos que aguardan ese momento con ansiedad para “verla”, como expresan numerosos asistentes a las cámaras de televisión presentes en el lugar.

Al mismo tiempo. Varios partidos políticos, encabezados por el Partido Justicialista (peronista), junto a gremios, organizaciones sociales, legisladores y gobernadores de la oposición se reunieron para empezar a coordinar hoy, viernes 13, un plan de acción y movilización a nivel nacional contra lo que definen como “la proscripción” política de Cristina Fernández.

El pueblo argentino suele tener memoria corta, y en otras ocasiones ha cercenado sus lazos emocionales con líderes y “mesías” coyunturales que idolatró poco antes. También tiene “la mecha corta”, esto es que puede reaccionar explosivamente sin muchos preámbulos. Desde esta página se ha dicho reiteradamente que no sería de extrañar que la bronca de la gente pasara por encima de las estructuras políticas para protagonizar la agenda.

En este vibrante ─y riesgoso─ momento político argentino, la partitura parece estar siendo escrita y ejecutada sobre todo por la gente de a pie expresándose en la calle, antes que en los cónclaves cupulares de un lado y otro.

Así, el entorno de CFK anunció hoy que la ex presidenta se presentará ante la sede de Tribunales el próximo miércoles 18, momento en que recibirá formalmente la sentencia y quedará establecido el lugar donde deberá cumplir la prisión domiciliaria, punto que está aún en debate ya que sectores del oficialismo reclaman que sea enviada a alguna cárcel del país.

Las piezas en el tablero

Cristina Fernández por ahora capitaliza políticamente la condena a la que muchos definen como “prescripción” y que, aparentemente a ojos de muchos argentinos y argentinas, la transforma en una “mártir de la democracia”. Y como también lo hemos dicho muchas veces en este espacio, la democracia argentina no está siendo amenazada desde el lunes pasado con la ratificación de la condena a CFK, sino que lo ha sido desde mucho antes, desde cuando Javier Milei exhibió la motosierra aún en campaña electoral y logró una enorme cantidad de votos.

Mientras el peronismo ─en sus múltiples versiones─ intenta reubicarse en la coyuntura de la manera que favorezca mejor sus objetivos e intereses, la preocupación es por la gente en la calle, por quienes están participando en las movilizaciones y protestas.

Jubilados y jubiladas, oficinistas, funcionarios, obreros, madres que llevan a sus hijos e hijas pequeñas para “que vayan aprendiendo a vivir en este país”, jóvenes que irradian alegría y convicción: la multitud le “hace el aguante” a su líder “herida”, a quien le deben “todo”, ese todo que quieren recuperar.

La atmósfera política argentina tiene una alta volatilidad en estos días, y es posible que se produzca una chispa espontánea o calculada y la protesta se transforme en refriega, violencia y enfrentamientos.

Javier Milei, a todo esto, estuvo de gira en Israel, recibiendo los aplausos y honores de Netanyahu y su combo de genocidas, con quien firmó un “Memorándum de entendimiento por la democracia y la libertad”, aunque sea difícil de creer.