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Un encuentro con
la memoria

El pasado 19 de mayo, en la previa de la 30 Marcha del Silencio, Jair Krischke, presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos (MJDH) asesor de la Rel UITA y referente regional en la materia, propició un encuentro entre las madres fundadoras del colectivo Madres y Familiares de Uruguayos
Detenidos Desaparecidos.

Amalia Antúnez

17 | 6 | 2025


María Bellizzi y Silvia Bellizzi | Foto: Amalia Antúnez

La reunión tenía como principal objetivo recordar cuando un grupo de familiares viajó a Porto Alegre en 1980 para dar testimonio de las violaciones a los derechos humanos por parte de la dictadura uruguaya ante el MJDH que luego trasladó las denuncias a las Naciones Unidas.

María Bellizzi es una de las pocas madres que siguen vivas y junto a su hija Silvia Bellizzi participó del encuentro en Montevideo.

Como en mayo, “Mes de la Memoria”, hay intensas actividades relacionadas con el pasado reciente y Marieta, como cariñosamente se la conoce, ya tiene más de 100 años, le pedí hacerle una nota unos días después.

Coordinamos y fui hasta su casa una tarde de junio. Té y masitas mediante le pregunté a madre e hija qué recordaban de aquel 1980 cuando Andrés Bellizzi (padre) fue a Potro Alegre a denunciar la desaparición de Andrés Humberto Bellizzi, hijo del matrimonio, desaparecido en Argentina en 1977.

“Me acuerdo que en aquellas épocas era muy peligroso hacer cualquier tipo de actividad. Había miedo de hacer cualquier cosa y un viaje fuera del país significaba peligro” recuerda Silvia.

“Ese viaje fue un mes antes del plebiscito* y todavía había muchísima incertidumbre”, acota.

Marieta, por su parte, se acuerda que Violeta Malugani, otra de las madres denunciantes, fue a comprar 33 boletos para ese viaje, aunque en la lista que entregó Jair aparecen más nombres porque hubo familiares que llegaron desde otros lugares.

Nos distrae un soufflé de espinacas que cocinó Marieta para invitarme y la charla se alarga, Silvia trae para mostrarme las historietas que hacía su hermano y los periódicos que armaba a mano.

“Una vez hizo un curso de dibujo por correspondencia, pero cuando le llegó el material dijo que todo eso ya lo sabía hacer”, rememora Marieta con orgullosa sonrisa para decirme luego que Humberto tenía un talento natural para el dibujo.

Talento que se ve en las tiras de historieta, que firmaba y fechaba y en los diarios que escribía, diseñaba y producía. Uno para liceo y otro para el barrio.

“Los temas eran adaptados a cada público”, dice Silvia.

Aquellos y estos jóvenes

“Los del liceo eran asuntos de los jóvenes de la época, como los que inquietan a los chiquilines ahora”.

“Tanto que el año pasado el Complejo Cultural Crece, del barrio Flor de Maroñas, realizó una exposición en homenaje a Humberto que contó, además de con el material de mi hermano con obras realizadas por liceales, bajo la consigna ‘los derechos de los jóvenes’”.

La exposición se reinauguró este año y permanece abierta al público.

Volvemos al objetivo original de mi visita y les pregunto cómo vivieron ese encuentro con Jair que trajo fotos, resúmenes de las actas y recortes de periódicos que quería entregar a Madres y Familiares, y ambas coincidieron en que fue muy emotivo.

“Papá aparece en una de las fotos”, dice Silvia y luego las dos van haciendo un recorrido por la memoria de los cuentos que se trajo Andrés Bellizzi de esa experiencia en Porto Alegre.

Tanto para Marieta como para Silvia, el encuentro con Jair, que reunió además a otra de las madres fundadoras, Milka González y a varios familiares de desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar, fue un momento cargado de emoción, de recuerdos y anécdotas.

Una presencia permanente

Antes de irme, Marieta me muestra todos los reconocimientos que le han dado y me cuenta la historia detrás de cada foto que decora el comedor.

En casa de las Bellizzi, la presencia de Humberto se percibe, no solo en cada imagen colgada en la pared, o en las cajas donde madre y hermana conservan sus dibujos y sus periódicos, sino sobre todo en los ojos de María y en el cariñoso recuerdo de Silvia.

La lucha de ambas por mantener viva la memoria, a pesar del dolor y la injusticia o tal vez justamente porque su historia, como la de tantas otras familias está atravesada por ese dolor y esa injusticia, resulta un aliciente.

Sobre todo en tiempos donde la ultraderecha avanza con nuevos bríos, amparada en un discurso de odio e intolerancia, el mismo o muy similar al que tenían las dictaduras sudamericanas, reivindicar la memoria más que un acto de humanidad se ha convertido en una obligación.


Foto: Amalia Antúnez
*La dictadura realizó la primera consulta popular para plebiscitar un proyecto oficial de reforma constitucional tendiente a institucionalizar el régimen de facto y la ciudadanía votó mayoritariamente en contra.