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A 16 años del golpe en Honduras

La UITA junto al pueblo hondureño, ayer y hoy

Cuando se pensaba que los golpes de Estado en América Latina eran cosa del pasado, sucedió lo inesperado. Los militares volvían a jugar un papel clave en el derrocamiento de un gobierno constitucional.

Gerardo Iglesias

15 | 7 | 2025


Foto: Giorgio Trucchi (archivo 2009)

El domingo 28 de junio de 2009, a las 5.30 de la mañana, el presidente de la República Manuel Zelaya era secuestrado de su domicilio a punta de pistola por efectivos militares encapuchados.

De su residencia se lo trasladó a la base militar estadounidense Soto Cano, también conocida como Palmerola. De ese enclave a Zelaya se lo llevaron a San José, capital de Costa Rica.

En los primeros días de setiembre el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, general Douglas Fraser, admitía en Managua la utilización de la base militar, construida en 1980 para brindar apoyo logístico y entrenamiento a grupos militares y escuadrones de la muerte y utilizada contra la revolución nicaragüense.

Muchos (pero no tantos, afortunadamente) se descansaron en la idea de que el golpe en Honduras duraría apenas unas horas. Que esa locura no podía prosperar, y tan sólo aguardaron el milagro: la intervención decidida del presidente de Estados Unidos Barack Obama en favor de la democracia. ¡Se equivocaron!

La dictadura cívico militar duró 12 años, un lapso durante el cual el país fue empobrecido, saqueado al máximo.

Hasta julio de 2018 se registraban 540 concesiones mineras y 307 proyectos de energía. Para garantizar los intereses del gran capital nacional y transnacional, los gobiernos herederos del golpe invirtieron un porcentaje cada vez más considerable del presupuesto nacional en la militarización de los territorios y la seguridad pública.

Según datos del Panorama Social de América Latina 2019 de la Cepal, a 11 años del golpe el país presentaba la peor situación social en la región, con un índice de pobreza de 55,8 por ciento (más de cinco millones de hondureños), duplicando la pobreza promedio de la región (30 por ciento).

A ello hay que sumar que el subempleo alcanzaba el 56 por ciento de la Población Económica Activa y que el 75 por ciento recibía menos de la remuneración de subsistencia.

La solidaridad como bandera

El 26 de junio enviamos una nota al presidente Manuel Zelaya donde se manifestaba: “Sepa usted, señor presidente, que desde la UITA rechazamos categóricamente la acción sediciosa y golpista contra vuestro gobierno constitucional, al tiempo que respaldamos decididamente la institucionalidad democrática en Honduras”.

El mismo 28 de junio publicamos el Comunicado N°1 del Frente Nacional contra el Golpe de Estado, que luego pasaría a ser el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP).

Eso se prolongó durante los 12 años de narcodictadura.

Entrevistas, documentos, artículos, galerías gráficas contribuyeron a la divulgación internacional de lo que sucedía en Honduras, interponiéndonos al cerco mediático.

Sin temor a equivocarnos podemos concluir que nos transformamos en la agencia noticiosa internacional del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP). Ni más, ni menos.