Detrás del tarifazo de Trump contra Brasil
Instalado en Texas desde marzo pasado a pesar de ser diputado federal brasileño, Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente Jair Bolsonaro, ha tomado a Estados Unidos como base para conspirar contra el gobierno de su país y tejer lazos con las ultraderechas de todo el mundo a partir de su acceso a Donald Trump.
Daniel Gatti
17 | 7 | 2025

Ilustración: Allan McDonald – Rel UITA
A fines de junio, “Junior” participó en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), un foro de la extrema derecha surgido en la década de 1970 que ha tomado un nuevo auge en los últimos años.
En este 2025 la conferencia se dirigió especialmente al público latino de Estados Unidos y se realizó en Miami.
El estado de Florida ha pasado a ser uno de los bastiones del trumpismo y la CPAC quería no solo “agradecer” a su electorado sino también “consolidar su proyección hacia América Latina, un continente en el que los valores conservadores están muy bien representados en varios países”, según dijo su presidente, Matt Schlapp, un ex comentarista del canal ultraconservador Fox News.
A fines de año habrá nuevos encuentros de la CPAC en la Argentina de Javier Milei y en el Paraguay de Santiago Peña. Milei ya estuvo, en febrero, en una precedente reunión del colectivo en Estados Unidos donde se mostró con su famosa motosierra junto al magnate Elon Musk.
“Aquí en Estados Unidos estamos destruyendo al Estado a martillazos junto a Trump, y allá en Argentina Milei lo está haciendo con su motosierra. Los dos son geniales”, dijo Schlapp.
El tercer hijo de Jair Bolsonaro fue una de las estrellas de la CPAC latina de Miami, y lo aprovechó para cargar contra el gobierno “comunista” brasileño de Lula y pedirle a Trump que lo castigue.
“Mi rol en Estados Unidos es luchar por la libertad para rescatar a nuestra democracia”, le dijo a BBC Mundo, la versión española de la BBC británica.
Unos días después Trump le fijaba a Brasil aranceles de 50 por ciento a todos sus productos que ingresen a Estados Unidos.
Lo justificaba en parte por los “ataques inauditos” que estaría sufriendo Jair Bolsonaro, investigado por la justicia de su país por su participación en el intento de golpe de Estado de enero de 2023 e inhabilitado políticamente por el Tribunal Superior Electoral hasta 2030.
Brasil se ha convertido en uno de los principales blancos de Estados Unidos en América Latina por su reforzada alianza con Rusia y fundamentalmente con China en el marco del grupo BRICS, el bloque fundado por esos tres países junto a Sudáfrica e India y que reúne a un número creciente de países del Sur global.
El 6 de julio Trump amenazó a los países miembros del BRICS, que en esos momentos culminaban una reunión cumbre en Río de Janeiro, con imponerles aranceles del 10 por ciento si tenían la osadía de desafiar el predominio del dólar.
Unos días antes, Bolsonaro, el hijo, había dicho en Miami que Bolsonaro, el padre, es el único reaseguro que tiene Brasil para no caer en manos de China y permanecer alineado con Occidente, en particular con Estados Unidos.
En Brasil no fueron pocos los que lo tildaron de cipayo y entreguista por haber propiciado el tarifazo de Trump contra su país. Ni se inmutó: ese es el precio de la libertad, dijo, lo mismo que dijo Milei cuando sugirió que Argentina solo puede existir acodada a Estados Unidos mientras, como Trump y Bolsonaro, apoyaba el genocidio palestino por Israel en nombre de la libertad y los valores de Occidente.
