42º Premio de Derechos Humanos de Periodismo
es presente activo
Este miércoles 10 de diciembre, en Porto Alegre, la ceremonia de entrega del 42º Premio de Derechos Humanos de Periodismo reunió a periodistas, estudiantes, defensores y defensoras de derechos humanos y organizaciones que, desde distintos frentes, sostienen una misma convicción: la memoria no es pasado, es presente activo.
Amalia Antúnez
11 | 12 | 2025

La Rel UITA mantiene desde hace años una estrecha y sólida alianza con el Movimiento de Justicia y Derechos Humanos (MJDH). Una relación construida sobre un compromiso inquebrantable: preservar la memoria y defender los derechos básicos de la ciudadanía, son banderas que nuestra Regional ha sostenido históricamente y seguirá sosteniendo.
José Saramago dijo alguna vez algo que interpela de manera directa el espíritu de este premio: “Hay un dicho tan popular como falso: creemos que lo pasado, pasado está. Pero el pasado nunca pasa… somos la memoria que tenemos”.
Esa frase resuena como una verdad que nadie puede eludir. El pasado no es una puerta cerrada, sino una presencia constante que moldea nuestras sociedades y nuestra conciencia. Y es justamente en ese territorio –el de la memoria viva– donde el periodismo desempeña un papel fundamental.
Ante deudas históricas como la búsqueda de nuestros desaparecidos, el periodismo se transforma en resistencia activa. Porque investigar y documentar la verdad es acompañar a quienes aún luchan por justicia. Mantener viva la memoria es, de cierta forma, desafiar la impunidad.
Este premio reconoce exactamente eso: la fuerza de la palabra que no se resigna, la ética que incomoda, la responsabilidad de quien entiende que contar la verdad también es un acto de reparación.
Espacios como el que ofrece el Premio Derechos Humanos de Periodismo siguen siendo absolutamente necesarios, especialmente cuando en Uruguay, por ejemplo –bajo un gobierno que se presenta como progresista– el presidente parece más preocupado por la salud de los represores condenados que por cumplir con su responsabilidad histórica: ordenar a las Fuerzas Armadas que revelen, de una vez por todas, qué hicieron con nuestros desaparecidos.
La memoria no puede ser complaciente, y el periodismo tampoco.
Porque contar la verdad – ayer, hoy y siempre– sigue siendo una manera de no resignarse.
