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Los absurdos de un sistema

El escándalo de las “crisis alimentarias”

Es uno de los aparentes absurdos de eso que llaman “crisis alimentaria”: que en un país como México, cuna del maíz, consumir alimentos en base a ese cereal, centrales en la dieta nacional, sea casi prohibitivo, o que en Uruguay, país de la carne, comer un asado se haya vuelto cosa de ricos.

Daniel Gatti

03 | 06 | 2022


Imagen: Cartón Club

Pero es lo que sucede y tiene su explicación en eso que los informes de agencias de Naciones Unidas y otros organismos internacionales casi no mencionan: un sistema económico que se mueve en base a un modelo productivo para el cual poco importa si muchos comen nada y pocos comen mucho.

América Latina es uno de los mayores graneros del planeta: produce alimentos suficientes para dar de comer con creces a 1.300 millones de personas, más del doble de su población, pero cada vez más latinoamericanos están en situación de “insuficiencia alimentaria aguda”.

Y así sucede también en otras zonas del Sur global.

Los alimentos son meras materias primas que cotizan en bolsa y cuyos movimientos están absolutamente desligados de las necesidades humanas.

La carne uruguaya se paga carísima en los mercados internacionales: pues se exporta, y los uruguayos la tienen que adquirir en su país a ese mismo precio, prohibitivo para ellos, para beneficio exclusivo de los frigoríficos, que, además, son ahora casi todos extranjeros. Si el precio internacional cae, no importa, se la seguirá pagando cara, porque los exportadores no pueden perder.

Lo mismo sucede con cualquier otra commodity.

Si no se aplican políticas tendientes a priorizar la alimentación de las poblaciones que las producen no hay tutía: los pobres seguirán comiendo mal o no comiendo, y los ricos comiendo mucho y despilfarrando. Así lo quiere el sacrosanto libre mercado y guay con quien lo contradiga: le caerán los rayos y centellas de las “leyes naturales de la economía”.

Colombia es un país con vocación agrícola que podría perfectamente autosustentarse en alimentos. Pero no: importa cada vez más leche, cebada, trigo, maíz.

México compra afuera maíz, trigo, frijoles, bases ancestrales de su dieta, y sus habitantes pagan cada vez más por sus tortillas. A fines de este año, el kilo de tortilla estará en 30 pesos, el doble que al cierre de 2021 (publimetro, 3-V-22).

Hoy México importa más maíz que el que produce, y sus gobiernos, del signo que sean, lo justifican: sale más caro traerlo del exterior que cultivarlo.

La falacia neoliberal de que es más barato importar los granos que producirlos nacionalmente, amenaza con cobrar una factura que podría ser de un alto costo social y político”, escribe el ex procurador general mexicano Alberto Vizcarra Osuna en una publicación poco sospechosa de socializante como aristeguinoticias, animada por la columnista de CNN Carmen Aristegui.

Y destaca que México, en función de las políticas abiertamente pro libre mercado que ha venido aplicando, se ha convertido en uno de los países que más importa alimentos en el planeta.

Un escándalo, pero en medio de escándalos como esos, como el hambre, seguimos viviendo.