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Pandemia y pobreza
Un continente más desigual
y más pobre
Los informes se suceden y las conclusiones son las mismas: la desigualdad en el planeta no deja de aumentar, acentuada por la pandemia. En América Latina la situación es incluso peor que en otras regiones.
Daniel Gatti

Imagen: Carton Club
Según el último Panorama Social de América Latina, publicado anualmente por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (Cepal), no hay país de la región que no haya visto caer su PIB en al menos un 5 por ciento en 2020, primer año de la pandemia de coronavirus.
El año pasado la economía se recuperó en algo, pero no lo suficiente como para revertir el aumento de la pobreza, que se situó en estos dos años en los niveles en que estaba a comienzos de los 2000, y menos aún de la extrema pobreza, que alcanzó sus máximos en casi tres décadas.
Los indigentes, cuyas fronteras con los “pobres” son a veces demasiado porosas, llegan en la actualidad a 86 millones, un 13,8 por ciento de la población total, el mayor nivel en 27 años.
Los pobres son a su vez 201 millones.
El total de personas de ingresos bajos aumentó en 20,4 millones en 2020 y el de ingresos medios se redujo en 12,9 millones.
“La recuperación económica de 2021 no ha sido suficiente para mitigar los profundos efectos sociales y laborales de la crisis sanitaria”, dijo en Santiago Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.
Entre las causas del aumento de la extrema pobreza, el organismo identifica la “reducción de las transferencias económicas hacia los más necesitados”, que “no se compensan con el incremento de los ingresos por trabajo”.
Esas ayudas, que en 2020 habían sido de 89.000 millones de dólares, cayeron hasta los 45.271 millones el año pasado.
Los niveles de desigualdad en la región también aumentaron globalmente, con picos particularmente altos en Perú, Chile, El Salvador, Honduras, Bolivia y Colombia.
Mujeres, indígenas, niños se vieron particularmente afectados.
“Aumentó la proporción de mujeres que no reciben ingresos propios y se mantuvieron las brechas de pobreza en áreas rurales, pueblos indígenas y la niñez», dijo Bárcena.
Las mujeres de entre 25 y 59 años presentan tasas de pobreza bastante más altas que los hombres de la misma edad.