Sin embargo, el minorista no solo parece no haber aprendido mucho sobre cómo promover una industria bananera más sostenible, sino que los exportadores ecuatorianos parecen haberles ayudado a allanar el terreno para establecer unos precios de compra tan insosteniblemente bajos.
Esta semana Reefertrends informó de que: “entiende que el precio de Aldi fijado para el año 2021 es de 0,06 céntimos de euro por kg menos que la cifra para el año 2020, lo que reduce el precio por caja a 11,33 euros por caja”.
El contrato de Aldi es el más grande de Europa y, por lo tanto, el punto de referencia de precio de “creación de mercado” para todos los demás minoristas. El precio FOT ‘verde’ (no madurado) por una caja de bananos estándar que la compañía impuso a sus proveedores para el 2020 fue de 12,41€, revirtiendo así la reducción de 0,54cts de euro por caja para el 2019, año en que la compañía comenzó a comprar sobre una base de contrato anual y como entidad única (Aldi Nord junto con Aldi Süd).
El ligero repunte de los precios en 2020 siguió a las críticas de casi toda la industria al “hard discount” (‘descuento duro’) cuando se reveló el precio del 2019.
Al igual que el año pasado, las asociaciones nacionales de la industria bananera de Ecuador, Costa Rica, Colombia y Guatemala apuntaron a Aldi con argumentos equivalentes a acusaciones de hipocresía: “usted exige certificaciones sociales y ambientales, quiere que paguemos salarios justos, quiere que hagamos mejoras medioambientales, pero no quiere pagar el precio que necesitamos para hacer todo esto correctamente”. Y tienen razón.
Los cinco principales gremios de la industria bananera de América Latina se unieron este año en el período previo al anuncio de los precios para el contrato del año 2021, liderados por el ‘Cluster” bananero del Ecuador (productores y exportadores).
Incluso se juntaron para contratar a una empresa de relaciones públicas con sede en Bruselas para que les ayudase a convencer a los grandes compradores europeos, incluido Aldi, de su caso. Pero esto fue en vano, parece.
Finalmente, a finales de octubre el humo que se había generado tras unas semanas de debate sobre el régimen de precios mínimos de referencia de 2021 para los bananos se desvaneció.
Los exportadores querían bajar la caja a 6$, mientras que los productores abogaban por un aumento a 7,20$ por caja para cubrir los crecientes costos de producción y las crecientes demandas sociales y ambientales de los compradores minoristas, especialmente en Europa / Reino Unido.
El gobierno ecuatoriano fijó el Precio Mínimo de Referencia para el año 2021 en cuatro fases, tal y como lo había hecho la propia Aldi con su precio de compra durante varios años hasta el 2019: de la semana 1 a la 16, el valor por caja será de 6.90$; de la semana 17 a la 32, el precio bajará a 6.60$ y de la semana 33 a la 42 bajará todavía más hasta llegar a 4.50$ por caja.
Después, durante las últimas 10 semanas del año, aumentará a 6.40$. Los precios rondan los 6.25$ por caja constituyendo una bajada de 0.15c de dólar con respecto al valor del año 2020.
Tal y como lo expresó Reefertrends: “El escalonamiento de los precios a lo largo del año marca una desviación del valor anual vigente establecido durante más de una década.
Dividir el precio pagado a los productores en cuatro períodos es supuestamente un reconocimiento de la demanda cambiante del mercado durante las estaciones del hemisferio norte. Será interesante ver si el cambio marca la diferencia.
Superficialmente parece poco más que una combinación de camuflaje y gestión del flujo de cajas ocultando la reducción de los precios en un escenario de pago más complejo “.
Pero, en este caso, qué fue primero, ¡¿el caballo o el carro?! ¿Influyó la jugada ecuatoriana en la decisión de Aldi sobre el precio de compra, o fue la decisión del gobierno ecuatoriano, con una fuerte presión por parte de los exportadores, la que decidió que Aldi podría salirse con la suya con otro recorte del precio de compra sin una seria reacción de la industria y sin vergüenza pública?
Sin duda, sea cual sea la respuesta, los dos actores más importantes de la industria bananera mundial se estaban observando muy de cerca. Los dos movimientos se produjeron con días u horas de diferencia a finales de octubre.
La conjetura de Banana Link sería que cuando Aldi vio que las empresas exportadoras de Ecuador seguramente ganarían la batalla con los productores que querían aumentar el precio mínimo al productor en las negociaciones anuales mediadas por el gobierno, decidieron que podían salirse con la suya con un precio del 2021.
Por cierto, un precio muy por debajo de cualquier nivel que permita a los productores invertir en métodos de producción más sostenibles, y mucho menos asegurar salarios dignos para todos los hombres y mujeres que trabajan en la industria.
La incoherencia de la posición de Aldi, al menos a nivel ético, es flagrante.
¿Han leído y entendido el texto de la Carta del Foro Mundial Bananero (FMB) antes de registrarse para convertirse en miembro, o simplemente lo consideran conveniente, como una medida de protección para las críticas públicas y los efectos potenciales en las ventas al consumidor en algunos de los 30 mercados donde tienen tiendas?
En enero del 2020, la misma Aldi asumió un “compromiso” público y voluntario para garantizar salarios dignos en todas sus principales cadenas de suministro de alimentos como parte de un grupo más grande de minoristas alemanes, facilitado por el gobierno alemán.
Si se confirma el movimiento de precios de 2021, esto sugeriría que, o no han estado escuchando o, tal vez sea más probable que la voz comercial y las acciones de la empresa estén desconectadas de las personas de la RSE que han desplegado en foros como el FMB por otro lado.
Aunque la regulación vinculante sobre los derechos humanos y la ‘debida diligencia’ ambiental por parte de las empresas parece estar finalmente e irreversiblemente en camino tanto en Alemania como a nivel de la UE, esto no resolverá per se la disyunción entre el cerebro comercial y el cerebro ético a la que muchas grandes empresas se enfrentan y parecen sufrir.
Las empresas – no solo Aldi, que se ha posicionado como el ‘villano de la pieza’ – deben utilizar el segundo ‘confinamiento’ en el Reino Unido, Alemania y el resto de Europa para replantearse adecuadamente lo que algunas de ellas habían comenzado a replantearse durante el primero.