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La industria frigorífica: una fábrica de
moler trabajadores

Amalia Antúnez

17 | 6 | 2025


Foto: Gerardo Iglesias

Ayer 16 de junio, alrededor de las 8 de la mañana, al final de un turno extenuante en un frigorífico de la transnacional JBS de Rio de Janeiro, un trabajador sufrió una grave lesión.

Su condición se agravó porque la empresa impidió que el médico de guardia emitiera una licencia médica, bajo el argumento de que sería reasignado a una función «menos agresiva«, como si eso anulara la necesidad de reposo y recuperación tras el accidente.

Esta práctica, absolutamente inaceptable, que viola la autonomía médica y los derechos fundamentales a la salud y a la dignidad en el trabajo son una práctica común, no apenas en Brasil.

La semana pasada, el jueves 12, en una unidad de Marfrig en Uruguay un trabajador sufrió un accidente, fue encontrado por sus compañeros inconsciente en un charco de sangre al lado de un montacarga.

Fue trasladado a un hospital donde posteriormente falleció debido a las lesiones. Las circunstancias en que se dio el accidente todavía no se aclaran y la empresa no solo no paró sus actividades sino que ni siquiera emitió una nota de condolencia a la familia.

En Brasil, de donde son originarios los principales grupos económicos que concentran la actividad de faena y procesamiento de carnes a nivel global: JBS, Marfrig, BRF y Minerva se registran accidentes graves y lesiones a diario.

En abril de este año un joven de 26 años murió aplastado por un ascensor de carga en una planta de BRF en Nova Mutum, Mato Grosso.

La industria frigorífica ocupa el quinto lugar de incidencia de accidentes laborales en Brasil y desde hace una década ocupa el primer lugar en lesiones y enfermedades laborales en Uruguay.

Miles de trabajadores del sector son víctimas cada año de accidentes perfectamente evitables si hubiera mejores condiciones de seguridad en las empresas y si existiera mayor fiscalización en los frigoríficos, según han denunciado reiteradamente los sindicatos.

Precariedad y menosprecio contra el personal

Otro dato alarmante en Brasil es que, en la industria frigorífica hay una fuga de amoníaco cada 17 días. En 2024 se registró un alto número de casos (más de 15) que involucran a cientos de trabajadores que requieren atención médica, lo que deja al descubierto la precariedad en las inversiones en prevención de accidentes, la falta de mantenimiento de las instalaciones frigoríficas y el menosprecio contra el personal que se encuentra en una indefensión total.

Según el informe anual del Observatorio sobre enfermedades infecciosas en el trabajo (DIT, en portugués) de la Fundación Osvaldo Cruz, en 2023, las fugas de amoníaco en el país norteño aumentaron 100 por ciento en comparación con los años anteriores.

Esta situación viene siendo denunciada por la Rel UITA y sus sindicatos afiliados desde hace larga data y aunque en los países de la región hayan normas que regulen las condiciones de trabajo, la realidad evidencia que siguen siendo insuficientes.

El lucro por encima de todo.