El dirigente denunció además que la empresa viene dilatando la firma de acuerdos salariales y que sus propuestas de reajuste apenas cubren el índice de la inflación.
“Lo que nos preocupa es la conducta abiertamente antisindical de la empresa. El año pasado expulsó de manera irregular a dos dirigentes que acompañaban a un inspector del Secretaría de Trabajo que realizaba una inspección en el marco de un brote de Covid en la planta”, destacó Wagner.
Por otra parte, hace casi dos años que el Sintac no logra acordar un nuevo convenio colectivo a pesar que la producción de Lactalis no se detuvo durante la pandemia.
“Otra dificultad que enfrentamos refiere a la negociación salarial, estancada desde 2019. La empresa quiere que el sindicato se sume a su visión, y en paralelo realiza una campaña de desprestigio hacia la organización sindical”, explicó el dirigente.
El hostigamiento y las amenazas a los trabajadores y la falta de diálogo han deteriorado la relación con la empresa, a tal punto que el sindicato ha tenido que recurrir a la justicia laboral para acercarse a su base de afiliados.
Las amenazas por parte de Lactalis son directas: si los trabajadores o las trabajadoras se afilian al sindicato pueden perder beneficios y no podrán acceder a promociones de la compañía, entre otras cosas.
“El daño ha sido grande. Hay trabajadores que no se animan a hablar con los dirigentes por temor a las represalias”.
El 26 de junio habrá una audiencia en el Tribunal Regional del Trabajo para intentar retomar el diálogo.
“Contamos con el apoyo de la Rel UITA para que difunda la situación que estamos viviendo en esta transnacional, que desque se instaló en Carambeí se mantiene reacia al diálogo y a respetar la libertad de asociación de sus trabajadores”, concluyó.