¿Es real la inclusión?
La compañera Jaqueline Leite, responsable de Género y Diversidad de la Rel UITA, participó como principal exponente en la edición 19 del Viver Mulher, de nuestra afiliada la Confederación Nacional de Trabajadores en Turismo y Hospitalidad (CONTRATUH) el pasado 27 de marzo.
Amalia Antúnez
31 | 3 | 2025

Foto: Contratuh
Viver Mulher es una actividad propiciada en el marco del Mes de la mujer que busca visibilizar el papel de las trabajadoras en el sector. Ideada y organizada por Maria dos Anjos Hellmeister, Mariazinha, la actividad cuenta con una gran participación desde su creación.
Este año se realizó de forma virtual y sumó a dirigentes sindicales, trabajadores y trabajadoras de diversos lugares de Brasil.
La ponencia de Jaqueline se centró en la inclusión de las mujeres en el mercado de trabajo y dejó más interrogantes que respuestas.
En su presentación evaluó la construcción de la inclusión de género como un proceso “sociocultural, que atribuye al hombre y a la mujer roles diferentes dentro de la sociedad dependiendo de las costumbres de cada lugar, de la experiencia diaria de las personas, de la forma en que se organizan la vida familiar y política de cada sociedad”.
Divulgó, asimismo, datos estadísticos sobre la importancia de la mujer en Brasil, donde se demuestra que ellas están más escolarizadas, pero tienen menor participación en el mercado de trabajo, destacando que las que están activas en el sector ganan un 21 por ciento menos que los hombres.
Hoy en día, las mujeres ocupan el 39 por ciento de los cargos gerenciales y trabajan el doble en actividades domésticas.
Los números son reducidos, con un 53,3 por ciento de mujeres en la fuerza laboral frente al 73,2 por ciento de hombres. En los cargos más altos, el 60,7 por ciento son hombres, frente al 39,3 por ciento de mujeres.
Las posiciones de liderazgo siguen siendo ocupadas, en su mayoría, por hombres blancos en empresas privadas y organizaciones sindicales de diversos grados.
Los estereotipos de género refuerzan roles diferenciados, asignando a los hombres los espacios públicos y a las mujeres los espacios privados.
“El trato de manera desigual a las mujeres se expresa tanto en términos salariales como también en la ocupación de cargos de poder y liderazgo. Existe dificultad de contratación y hasta un fuerte prejuicio por parte de las empresas hacia las mujeres que tienen hijos o que desean ser madres”, dijo Leite.
Un hombre que desea ser padre es preferido en lugar de una mujer con la misma calificación, pero que desea ser madre.
La desigualdad también afecta las tasas de desempleo: “son más elevadas entre las mujeres y los salarios son más bajos que los de los hombres. Otro detalle es que el empleo femenino está altamente concentrado en determinados sectores y ocupaciones”.
La mujer no solo sufre por la desigualdad salarial, sino que también es penalizada excesivamente por la situación doméstica, por la falta de una división equitativa de las tareas del hogar y los cuidados.
Jaqueline observó que hay “dificultades para regresar al mercado de trabajo después de la licencia por maternidad” y citó a Heleieth Saffioti cuando aborda la opresión femenina en diferentes estructuras sociales, incluyendo el mercado de trabajo.
“La mujer, en la sociedad capitalista, tiene una doble jornada de trabajo. Existe una desvalorización del trabajo femenino, tanto en el ámbito productivo como en el reproductivo”, dijo.
Y concluye que el capitalismo se beneficia de la opresión de las mujeres, extrayendo de ellas un valor de trabajo subremunerado y, muchas veces, invisibilizado.
Con el objetivo de poner en práctica la tan mencionada equidad de género, muchas empresas están adaptándose a la realidad de la mujer en el mercado de trabajo, flexibilizando los horarios y las formas.
Un ejemplo de esto es el trabajo remoto, que ha surgido, sobre todo post pandemia de Covid 19, como una alternativa para las mujeres que aún deben cuidar solas de la casa y los hijos.
Pero ¿es este tipo de trabajo una manera de incluir a las mujeres? ¿O sigue siendo otra de las tantas formas de explotación que, mediante la precarización laboral, o al decir de Ricardo Antunes, de la uberización del trabajo, solo suma actividades a las mujeres, las sobrexplota y las deja en posiciones de mayor vulnerabilidad?
Cabe a los sindicatos, en tanto organizaciones sociales, dar respuestas sobre las nuevas maneras de explotación del capitalismo. Si bien las mujeres no son las únicas afectadas, sí son las más perjudicadas.