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Brasil: A 125 años de la abolición de la esclavitud y a años luz del Trabajo Decente

La persistente cultura esclavista y colonial
Brasil: A 125 años de la abolición de la esclavitud y a años luz del Trabajo Decente
Cualquiera diría que es imposible oponerse a una condena frontal, directa y absoluta al trabajo esclavo, así como a las jornadas extenuantes -capaces de provocar la muerte de los trabajadores- y a las condiciones denigrantes e inhumanas de labor. Pero muchos en el Senado de Brasil no temen quedar identificados públicamente con esa posición: por supuesto, no tienen vergüenza, pero sí grandes intereses y mucho poder.
El 13 de mayo de 1888 Brasil abolía la esclavitud. Su decisión fue tan tardía que ocupó el último lugar entre los países del Hemisferio Occidental. Tomó esta decisión 95 años después que Haití, el primer país en el mundo en abolir la esclavitud, y 76 años más tarde que sus vecinos del sur, en aquel entonces: las Provincias Unidas del Río de la Plata.
 
Eduardo Galeano, en las Venas abiertas de América Latina, comenta: «En 1888 se abolió la esclavitud en Brasil. Pero no se abolió el latifundio y ese mismo año un testigo escribía desde Ceará: ‘El mercado de ganado humano estuvo abierto mientras duró el hambre, pues compradores nunca faltaron (…).
 
Un cable de abril de 1970 -continúa Galeano– informa: ‘La policía del estado de Pernambuco detuvo el domingo último, en el municipio de Belém de Sâo Francisco, a 210 campesinos que serían vendidos a propietarios rurales del estado de Minas Gerais a 18 dólares por cabeza’.”
 
La esclavitud que eliminas
goza de buena salud
 
Habían transcurrido 120 años de abolida la esclavitud, pero un informe de la OIT de 2008 calculaba que en Brasil había entre 25.000 y 40.000 trabajadores víctimas de condiciones análogas a la esclavitud. También notificaba esa investigación que entre 1994 y 2008, habían sido rescatados cerca de 30.000 trabajadores en condiciones de trabajo forzoso.
 
Un caso muy difundido, también en 2008, fue la liberación de 32 trabajadores en la hacienda «Fe en Dios», en Rondón de Pará. Según informó la ONG Repórter Brasil, la carne consumida por los empleados estaba infestada de insectos, el agua usada para beber, cocinar y tomar baño era oscura y con tierra, la misma que consumía el ganado.
 
Mientras en Europa, de marzo a agosto de aquel año, 32 vacas recibían en promedio 6.740 dólares en subsidios, los 32 trabajadores de la hacienda «Fe en Dios» ganaron en el mismo período apenas 38 dólares. El sector pecuario, que tanto mejoró en la genética y cuidado de sus rebaños, trata peor a sus trabajadores que a sus animales.
 
De los 2.094 trabajadores liberados en 2012, la ganadería presentó el mayor porcentaje, y otro sector con un número significativo de trabajadores esclavos fue el monocultivo de soja: la diva, la nueva «Carmen Miranda» de Monsanto y el agronegocio brasilero.
 
Mis esclavos no son míos
 
Desde 1995 transita en el Congreso Nacional una Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC), que tiene por objetivo fortalecer las acciones para ser más eficiente y eficaz en el combate al trabajo esclavo: donde el trabajador es exprimido al máximo, para que dé el máximo, porque su vida no vale nada.
 
El pasado año la PEC 438 fue aprobada en la Cámara de Diputados. Se festejó con algarabía, como un avance de la ciudadanía, «un salto civilizatorio«, y luego, en el Senado, a la airosa PEC la bajaron de un escopetazo.
 
Los representantes del agronegocio -«la bancada ruralista«-, más aquellos que no tienen tierras ni tampoco vergüenza, inventaron el Proyecto de Ley Complementario (PLS 432/2013, que reglamenta la PEC 57-A, como se la denomina ahora en el Senado).
 
La bancada ruralista y George W. Bush
 
La PEC 57-A establece que las propiedades rurales donde se compruebe trabajo esclavo deberán ser expropiadas sin indemnización y destinadas a la reforma agraria, sin perjuicio de otras sanciones previstas por la ley.
 
Los terratenientes pretenden que la carga del castigo se desvincule de la propiedad rural y se centre en el propietario, a quien se le deberá probar mediante sentencia penal común su responsabilidad “directa” en el trabajo esclavo practicado en su predio.
 
Esto entorpecería enormemente la aplicación de la disposición constitucional que quedaría subordinada a los engorrosos –y a menudo muy parciales- procesos judiciales relativos al medio rural en Brasil.
 
“Casualmente”, los mismos intereses promueven actualmente en el Congreso la aprobación de un proyecto de ley por el cual será posible tercerizar todos los trabajos efectuados en los establecimientos rurales, lo que combinado con las modificaciones exigidas a la PEC 57-A eximiría de toda culpa directa a los “fazendeiros esclavistas”.
 
Por otra parte, condicionar la aplicación de la PEC 57-A a la existencia previa de una sentencia penal equivale a aceptar que esta enmienda no tiene jerarquía suficiente por sí misma para responder a un régimen de trabajo esclavo que constituye un delito de lesa humanidad.
 
Como dice Elías DʹAngelo,de la CONTAG, «se elimina el trabajo esclavo sin combatirlo», pues si se vota favorablemente y se aplica esa reglamentación, será muy difícil encontrar trabajo esclavo en Brasil.
 
Esta situación me recuerda la propuesta del ex presidente George W. Bush, que para evitar los incendios forestales manifestó su extraordinaria idea de talar todos los bosques.
 
Campaña internacional contra
la reglamentación esclavista
 
Por estas razones la CONTAG y la UITA están desarrollando una campaña internacional denunciando y rechazando la aprobación de esa reglamentación anacrónica, que pretende perpetuar la cultura esclavista.
 
En 2014 los ojos del planeta estarán mirando a Brasil, donde muchos de los mejores futbolistas de todos los continentes estarán disputando la Copa del Mundo. ¿Será Brasil proclamado allí Campeón del Mundo del Trabajo Esclavo?
 
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Ilustración: Allan McDonald