La mayor procesadora de jugo de naranja de Brasil, de quien nos hemos ocupado reiteradamente por su política antisindical, esta vez es sorprendida utilizando trabajo esclavo en sus plantaciones
Citrosuco y el escorpión
La mayor procesadora de jugo de naranja de Brasil, de quien nos hemos ocupado reiteradamente por su política antisindical, esta vez es sorprendida utilizando trabajo esclavo en sus plantaciones.
Quien entre en el sitio Web de Citrosuco se encuentra con un eslogan anunciando que los principios de la compañía son: “Confianza, franqueza y amistad como base de las relaciones internas y externas”. Más adelante podrá encontrar una cita de Carl Fischer -el inmigrante alemán que fundó la compañía en 1932- estableciendo que “Toda actividad económica debe generar beneficios sociales”. Ninguno de esos preceptos se aplicaba a los 26 trabajadores en la recolección de naranja, recientemente rescatados de un régimen de trabajo análogo a la esclavitud.
Una inspección realizada el pasado 2 de julio por dos fiscales del Ministerio de Trabajo y Empleo (MTE) y un procurador del Ministerio Público del Trabajo (MPT) en los naranjales de la empresa Fazenda Agua Sumida, en Botucatu, y Fazenda Graminha, en São Manoel, localidades de la región centro-sur del estado de São Paulo, constató que las víctimas sufrían restricciones a la libertad de movilizarse y estaban sometidas a condiciones degradantes de trabajo y de vida.
Según los fiscales del MTE, los trabajadores fueron contratados mediante promesas engañosas en el municipio de Ipirá -en el interior de Bahia, a más de 1.500 kilómetros de las mencionadas plantaciones- por una funcionaria de la compañía. Los trabajadores viajaron desde su lugar de origen el pasado 2 de mayo con la promesa de recibir buen salario, alojamiento a cargo del empleador y condiciones de trabajo dignas.
En los 60 días que permanecieron en las plantaciones los trabajadores acumularon deudas, recibieron un salario por debajo del mínimo paulista, sobrevivieron en una casa sin las mínimas condiciones de habitabilidad -según uno de los inspectores, la casa donde residía el grupo actualmente es utilizada como gallinero-, además de estar impedidas de romper el vínculo laboral al habérsele retenido sus documentos.
Después del acuerdo firmado entre Citrosuco y el MPT el 11 de julio, los trabajadores retornaron a su lugar de origen luego de haber recibido sus haberes y el costo del viaje pagos por el empleador.
Además de la multa aplicada, ahora el MPT debe encaminar una acción para procesar a la compañía en la Justicia del Trabajo. En caso de resultar condenada -lo que seguramente ocurrirá- la empresa puede terminar con su registro del Impuesto de Circulación de Bienes de Mercadería y Servicio (ICMS) suspendido por diez anos, según lo establece la ley Nº 14.946/2013, conocida como “ley paulista contra la esclavitud”. También puede ver complicado su acceso al crédito y ser incluida en la “lista sucia de empresas”, que es divulgada periódicamente por el gobierno federal.
Recordemos de qué hablamos cuando mencionamos a Citrosuco. Se trata de la división responsable para el procesamiento de naranja y derivados del Grupo Fischer. La corporación se divide entre Fischer S.A. y la Companhia Brasileira de Offshore (CBO) que actúa en navegación y apoyo a plataformas marítimas.
Junto con Cutrale y Louis Dreyfus, Citrosuco conforma el selecto grupo de las tres mayores productoras de jugo de naranja de Brasil. Exporta sus productos a más de 90 países y luego de su fusión con Citrovita en 2011 se convirtió en líder en la producción de jugo de naranja con el 25 por ciento del mercado mundial con seis plantas industriales, una de ellas en Estados Unidos.
Con las anteriores cifras a la vista, uno no puede menos que preguntarse: ¿cuánto podrá incidir en los resultados económicos de una empresa de ese porte, el trabajo esclavo de 26 personas?
En la fábula el escorpión y la rana, un escorpión le pide a una rana que le ayude a cruzar el río prometiéndole no hacerle ningún daño. La rana accede subiéndole a sus espaldas pero cuando están a mitad del trayecto el escorpión pica a la rana. Ésta le pregunta incrédula: «¿cómo has podido hacer algo así?, ahora moriremos los dos» ante lo que el escorpión se disculpa, «no puedo dejar de ser quien soy, ni actuar contra mi naturaleza». La moraleja se aplica perfectamente en este caso. Más allá del costo-beneficio, Citrosuco tampoco puede con su condición.
Foto: Reporterbrasil.org.br.