La movilización salió de la localidad conocida como La Barca, al norte de Honduras, y se desplazará por tres días engrosando sus filas durante el camino hasta llegar a Tegucigalpa.
Varios son los objetivos de la caminata, entre los cuales destacan solidarizarse con los miles de hondureños y hondureñas que huyen de la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades, y rechazar el régimen ilegal e ilegítimo de Juan Orlando Hernández.
“Es una caravana en solidaridad con los miles de hermanos y hermanas que abandonan su patria por la angustia y la desesperación de no tener las condiciones para vivir con un mínimo de dignidad”, dijo el padre Ismael Moreno Coto (padre Melo), miembro de la Convergencia contra el Continuismo.
“Vamos rumbo a Tegucigalpa a expresar nuestro repudio al régimen actual, que es el responsable de políticas excluyentes que obligan la gente a huir”, agregó.
La caravana recorrerá más de 200 kilómetros contando con la solidaridad de los ciudadanos para poder alimentarse y descansar. El viernes, si se lo permiten, llegará frente a Casa Presidencial.
“La insensibilidad, los cálculos políticos y los intereses particulares son los que priman en los corredores tétricos de Casa Presidencial.
Es allí es donde se toman las decisiones macabras que atentan contra la vida de la inmensa mayoría de la sociedad hondureña.
Lo que esperamos es la respuesta masiva de la ciudadanía para expresar públicamente el repudio a un régimen ilegal e ilegítimo. ¡No lo aceptamos y no lo queremos!”, manifestó el también director de Radio Progreso.
Serían más de 14 mil los hondureños y hondureñas que han logrado entrar a México y que se están desplazando hacia la frontera sur de Estados Unidos.
La que hoy se conoce como “Caravana Migrante” arrancó en San Pedro Sula el pasado 13 de octubre, y se le fue sumando gente y más gente hasta convertirse en un verdadero éxodo.
Miles han cruzado la frontera mexicana por puntos ciegos. Otros se han lanzado desde el puente internacional “Rodolfo Robles” en el río Suchiate, y han continuado su camino en balsa.
Ante esta situación, el presidente estadounidense Donald Trump ha tronado contra los países del Triángulo Norte, acusándolos de “ser incapaces de controlar a sus propios pueblos”.
Hasta ha anunciado la suspensión o el recorte de la ayuda.
“¿Qué pretende ahora Estados Unidos si ha venido avalando la entronización de un gobierno espurio, que ha militarizado la seguridad pública, profundizado la pobreza y criminalizado la protesta social?” se preguntó Bertha Oliva, miembro de la Convergencia contra el Continuismo.
“Lo que más le ha molestado al gobierno ilegal de Honduras es que la gente está huyendo masivamente. Esto ha permitido que se destapara ante el mundo el fracaso de sus políticas y el nivel de pobreza, precariedad, inseguridad y violencia en que sigue hundido el país”, agregó.
“Da tristeza ver cómo la gente abandona sus hogares y emprende un viaje que tiene mil incógnitas. Pero ni las amenazas de Trump de recortar ayudas van a detener el éxodo.
Ayuda que, además, es usada por el régimen para abastecer el aparato militar y policial represivo, uno de los principales factores desencadenantes de esta crisis humanitaria.
Es urgente un cambio de rumbo”, concluyó la también coordinadora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh).
En Managua, Giorgio Trucchi: