DERECHOS HUMANOS

Los sueños quebrados de un trabajador

Carta abierta al seleccionador chileno Jorge Sampaoli
Los sueños quebrados
de un trabajador
Desesperado tras su despido intempestivo por parte de una empresa papelera propiedad del Banco Santander, José Barria López, un trabajador chileno que estaba a punto de jubilarse, le escribió una carta  al director técnico de la selección chilena de fútbol , Jorge Sampaoli, que realiza publicidades para la institución financiera. “Somos nosotros, los trabajadores, los que más nos identificamos con los jugadores de la selección, jóvenes de origen muy humilde que dan su corazón”, dice en su mensaje, donde cuenta su drama y el de sus compañeros de labor.  A continuación el texto de la carta.
Me llamo José Barria López, vivo en la comuna de Frutillar, tengo 62 años y le escribo para contarle una pequeña historia, y también para pedirle que interceda ante el presidente del Banco Santander, señor Vittorio Corbo, banco que usted  publicita.
 
Hace un mes hacía planes con mi señora de lo que haría cuando me jubilara, en tres años más. Soñábamos con comprarnos una parcela para sembrar y cultivar la tierra y vivir sin problemas de mi baja jubilación.
 
Sin embargo, todo eso se hizo humo. Un  grupo de poderosos de este país no tuvieron corazón con trabajadores pobres y sencillos  que entregamos cada día todo nuestro esfuerzo y corazón para hacer bien la pega (el trabajo) y todo el corazón que queremos pongan en la cancha  los jugadores de la selección que usted dirige.
 
Para nosotros significa una esperanza y alegría enorme el ver cómo se entregan en cada jugada  por darnos una alegría, de las pocas que tenemos en nuestra sacrificada y a veces amarga existencia, pues nos encontramos a diario con el abuso y atropello de quienes  tienen el poder económico y se escudan tras las instituciones, no como usted que da la cara.
 
En 18 años de trabajo en una planta que fabrica paneles de madera en Frutillar nunca le fallé a la empresa, trabajando como obrero en distintas faenas que se me pedía -ayudante de planta, pañolero y últimamente en portería-, fábrica donde esperaba jubilarme en tres años más.
 
Mi historia cambió el 1 de junio, cuando llegué a tomar mi turno. Me dijeron que no volviera más, que la planta estaba cerrada.
 
La planta es del Banco Santander, adquirida en el año 2009. La empresa, que funcionaba con el nombre de Shin Geang ForestalL Chile, no tiene patrimonio. Desde 2009 solo ejercía la administración a través de un contrato de arriendo por 5 años y ese plazo se venció,  por lo cual el Banco Santander tomó el control de su propiedad.
 
Ante tamaña noticia, me derrumbé por completo, lloré como no lo hacía desde niño, caminé kilómetros desolado, recordando cada momento de los tantos años  trabajados, preguntándome qué voy a hacer a mi edad, dónde encontraré un trabajo, cómo pagaré las cuentas,  cómo le diré a mi esposa para que no le afecte tanto esta mala noticia.
 
“Ya no tenía nada”
 
Se me partía la cabeza y el dolor en mi pecho crecía, caminaba mirando el suelo mojado por la lluvia del sur antes de llegar a mi casa para contarle a mi señora lo que me había pasado: que todos nuestros sueños de jubilación se habían acabado, que no tenía nada, que no tenía nada que reclamar por haber trabajado los últimos cinco años de mi vida en una empresa de papel.
 
Fueron duros momentos, pero lo peor no había llegado aún. Cuando quise cobrar el seguro de cesantía me dicen que no puedo por dos razones: no tener el finiquito de trabajo y  porque existe una deuda previsional de los últimos cuatro años.
 
Imagínese: la empresa ya nos debía los meses de marzo, abril y mayo,  pero a pesar de ello  yo seguía  cumpliendo todos los días, trabajando, con la esperanza e inocencia que todo se arreglaría. Qué tremendo, estoy sin dinero, me sentí  estafado y dolido por la triste realidad.
 
Casi un centenar en la misma condición
 
En mi situación hay otros 95 ex trabajadores de la planta, sin dinero para pagar la luz, el agua, el colegio de los hijos, la cuenta del almacén, el arriendo, cuotas atrasadas del dividendo hipotecario, sin plata ni para hacer una llamada telefónica, viviendo de la caridad de los familiares y amigos.
 
Todos nuestros documentos personales, como contrato de trabajo, liquidaciones de sueldo, quedaron en la fábrica donde trabajábamos. Los señores del Banco Santander no nos permiten recuperarlos. Cuánta maldad con hombres y mujeres chilenos pobres, obreros y empleados.
 
Somos nosotros los que más nos identificamos con los jugadores de la selección, porque vemos cómo jóvenes de origen muy humilde por sus habilidades, trabajo y constancia, lograron salir de la pobreza y hoy día ganan mucho dinero y pueden ayudar a sus padres, familiares y amigos porque ellos saben las carencias que pasan los trabajadores modestos de su país.
 
Nosotros también soñamos con que uno de nuestros hijos sea tan bueno para la pelota como un Alexis, un Arturo, un Gary y tantos otros, para poder dejar de sufrir tanta injusticia y  abuso.
 
Don Sampa: la única opción que tenemos es que el Banco Santander, en un gesto de grandeza moral,  se digne a reparar el daño causado a los trabajadores y se haga cargo de la deuda que la empresa tiene con nosotros.
 
Hay dos caminos: el acto de responsabilidad social del banco o el camino judicial, que podría demorar años, tiempo que muchos de nosotros no tenemos por la precariedad de nuestras condiciones. Por ello estamos abogando por una salida alternativa al drama que vivimos.
 
Me despido con un saludo afectuoso, agradeciéndole la alegría que nos ha dado la selección chilena.