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Después de Bayer, Syngenta
Después del glifosato, el paraquat
De a poco, a fuerza de investigaciones independientes y de acciones judiciales, las transnacionales agroquímicas y sus productos estrella van quedando al desnudo. Después de Bayer-Monsanto le tocó el turno a Syngenta.
Daniel Gatti
Foto: Gerardo Iglesias
El año pasado y el anterior Bayer fue condenada en distintos tribunales de Estados Unidos a pagar cientos de millones de dólares a víctimas de productos a base de glifosato fabricados por Monsanto, la empresa estadounidense que la gigante alemana absorbió años atrás.
Ahora le tocó el turno a Syngenta. Este mes de abril, en el estado de Misuri, un juez federal la condenó por no haber cambiado la formulación de su herbicida paraquat a pesar de que conocía su altísimo nivel tóxico y ser responsable de que una pareja de agricultores de haya enfermado de Parkinson.
El juicio había sido iniciado por una pareja de agricultores que desde hace años padece ese mal por haber fumigado plantaciones con Gramoxone, producto a base de paraquat utilizado para controlar las malezas resistentes al glifosato y considerado entre los agrotóxicos más letales.
El magistrado federal John Ross determinó que el Gramoxone “no contaba con las instrucciones adecuadas sobre un uso seguro” ni “con instrucciones o advertencias de que el paraquat es peligroso para la salud y la vida y causa enfermedades” y condenó a la empresa.
Hay en trámite en la justicia estadounidense al menos otros 14 procesos judiciales por el mismo tema y se prevé que ahora, con el fallo de Misuri, se sigan sumando, como sucedió con Monsanto y Bayer, objeto primero de unas pocas demandas contra el Roundup y otros agrotóxicos a base de glifosato que luego fueron creciendo hasta superar ampliamente las 10.000 a medida que fueron siendo favorables a los denunciantes.
En el juicio de Misuri y en los otros que se están desarrollando actualmente contra Syngenta fueron divulgados decenas de documentos internos que muestran cómo desde hace muchísimos años la transnacional estaba al tanto de la letalidad de su plaguicida y nada hizo para modificarlo.
Las asociaciones Public Eye, de Suiza, y Unearthed, una ONG británica asociada con Greenpeace, ya lo habían probado lo mismo en investigaciones propias.
El Gramoxone fue lanzado al mercado en 1962 por la transnacional británica Imperial Chemical Industries (ICI), que al poco tiempo tomó el nombre de Zeneca.
En 2000 Syngenta adquirió la rama “agrotóxica” de Zeneca, que tres años después se asoció con la sueca Astra para dar lugar a AstraZeneca, propietaria de la patente de una de las vacunas contra el Covid-19 (la “sinergia” entre productoras de medicamentos y de agrotóxicos, dicho sea de paso, no necesita ser probada: a menudo la misma empresa fabrica unos y otros).
El Gramoxone ha sido responsable de la muerte de decenas de miles de personas en el mundo. Más de cien mil, estima por lo bajo Michael Eddleston, profesor de toxicología clínica de la Universidad de Edimburgo que ha estudiado en profundidad la acción de este pesticida.
El paraquat, su principio activo, es de los venenos más mortíferos aún en pequeñas dosis. Es también de los más rápidos en actuar y no se le conoce antídoto.
La mayor parte de sus víctimas mortales lo ingirieron accidentalmente, porque el producto no tiene en su presentación advertencias suficientes o claras sobre su letalidad. Son muchos también los casos de suicidio por Gramoxone, elegido por su celeridad.
Científicos de la propia ICI habían advertido a los empresarios sobre la necesidad de tomar medidas para impedir la ingesta del producto. Habían aconsejado por ejemplo incorporarle un emético que hiciera que quien lo tomara lo vomitara de inmediato.
Pero la dosis del emético que se le agregó fue insuficiente. Nuevas advertencias de los científicos fueron desoídas, según consignó un toxicólogo, John Heylings, que trabajó primero para ICI, luego para Zeneca y finalmente para Syngenta.
Las tres empresas sabían lo que estaban haciendo, dijo Heylings en un testimonio que fue revelado por la publicación británica The Intercept y el diario francés Le Monde.
Un documento de 1985 da cuenta de una discusión en la que un ejecutivo dice que modificar la fórmula estaba descartado por los costos económicos que hubiera supuesto para la empresa.
Casos de envenenamiento mortal por Gramoxone se han registrado en Estados Unidos, Brasil, India, Trinidad y Tobago, Costa Rica, Sudáfrica, Malasia.
El producto ha sido prohibido en la Unión Europea y otros países, pero se lo sigue empleando en muchos otros y Syngenta lo exporta desde Reino Unido fundamentalmente hacia América Latina y Asia.
El Gramoxone que se vende en Estados Unidos sí tiene el triple de emético que su fórmula original, pero el que llega a India o a América Latina no. Ahí se concentra el mayor número de muertes por este veneno.
En 2018 la empresa consignó la exportación de más de 28 000 toneladas de mezclas de paraquat desde Reino Unido.
Tomar un poquito de Gramoxone produce una muerte segura y rápida, pero la exposición constante al agrotóxico puede causar enfermedades como el Parkinson, entre otras, dice Michael Eddleston.
Fue lo que les pasó a los agricultores de Misuri y a los otros que han demandado a Syngenta.
Syngenta dijo estar “conmovida” por la suerte de las personas “perjudicadas por la ingesta accidental de paraquat, un producto que ayuda a los agricultores a producir alimentos”.
Cuando se enteró del comunicado de la empresa para la que trabajó durante 22 años, el toxicólogo Heylings dijo que no le sorprendía tamaña hipocresía. “Nos veremos ante la justicia”, fue su reacción inmediata.