Con Melquíades de Araújo
La Federación Latinoamericana de Trabajadores de Nestlé (FELATRAN)
Una organización inédita en América Latina
Presidente de la FELATRAN, Melquíades de Araújo analiza en esta entrevista la problemática y desafíos de esta singular organización, al tiempo que observa con preocupación la situación del trabajo frenético en las unidades de la transnacional suiza.
-¿Cómo evalúas la gestión de la FELATRAN?
-Estamos creciendo y, aunque debemos mejorar en términos de comunicación entre los sindicatos que integran la Federación, vamos por buen camino.
En Brasil tenemos una relación respetuosa y madura con la gerencia de Nestlé, lo que no quiere decir que en muchos momentos, cuando las cosas se ponen complicadas, no reaccionemos de manera contundente en defensa de nuestros derechos.
Quiero decir que fue gracias a las gestiones realizadas por nosotros ante Nestlé Brasil que Enrique Rueda, gerente corporativo de Nestlé de Relaciones Laborales, participó en la XIV Conferencia Regional de la UITA realizada en Mar del Plata en 2011.
Era la primera vez que la compañía intervenía de una conferencia de la UITA. Asimismo, no tengo dudas acerca de la importancia de nuestra contribución a que Nestlé haya aceptado a la UITA como legítimo interlocutor en representación de los trabajadores.
-En octubre se reunirá el Comité Ejecutivo de la Federación…
-Sí, será el 7 y 8 de octubre en la sede de nuestra Federación en São Paulo. Esperamos contar con los compañeros de Perú, Argentina, Uruguay, Panamá y Chile, que integran la dirección de la FELATRAN.
De esa reunión saldrán los aportes de América Latina para la próxima reunión con Nestlé en Vevey.
Eso es lo destacable: que estamos representando a la gran mayoría de los sindicatos de la región, con los que coordinamos nuestras propuestas luego de analizar las problemáticas correspondientes.
La FELATRAN, al igual que la Federación Latinoamericana de Trabajadores de Coca Cola, son dos organizaciones inéditas en la historia del movimiento obrero de la región. Existen espacios de coordinación entre sindicatos, o redes de organizaciones que representan a trabajadores de una transnacional, pero no una federación de sindicatos a nivel latinoamericano y con una capacidad de interlocución creciente como esta que nosotros estamos construyendo paso a paso.
No me canso por otra parte de felicitar a la Regional Latinoamericana de la UITA por su decisión de descentralizar su labor y brindar la oportunidad de que más dirigentes hagan parte de la reflexión y de la lucha por la dignificación del trabajo en el sector agroalimentario.
-Un tema preocupante en Nestlé son las reiteradas denuncias sobre las precarias condiciones de trabajo y sus consecuencias sobre la salud de los trabajadores.
-A nivel global, y en todas las transnacionales, se está incrementando el ritmo de labor con la finalidad de aumentar los niveles de producción, y toda la carga recae en los trabajadores y las trabajadoras.
Además de los movimientos repetitivos, en muchas unidades de producción el ritmo impuesto es infernal. Tan es así que hay trabajadores que realizan 7 horas de labor y salen de las fábricas como si hubiesen trabajado 14. Por ello están apareciendo aquí y allá legiones de trabajadores enfermos física y psíquicamente.
En Brasil, la tercera causa de retiro jubilatorio son las enfermedades mentales. La presión sobre los trabajadores es enorme, no sólo para que cumplan una meta -a veces casi imposible de lograr- sino por el alto índice de acoso moral a que son sometidos, que conduce a la depresión.
Por otro lado, algunas empresas han instalado buzones para obligar a los trabajadores a denunciarse entre sí con el supuesto fin de minimizar los riesgos de accidentes laborales. En realidad, lo que buscan es el despido de tal o cual trabajador.
Este tipo de políticas de “dividir para reinar”, aplicadas por muchas empresas en pos de la productividad, terminan afectando psicológicamente a los trabajadores, y la prueba está en la cantidad de casos de licencia médica por depresión que se presentan en el país actualmente. Algo propio del capitalismo salvaje.
Foto: Gerardo Iglesias