Francia | SOCIEDAD | ALIMENTACIÓN
Estudiantes se rebelan contra la formación que reciben
“Bifurquemos, desertemos, desobedezcamos”
“No queremos seguir contribuyendo a la destrucción del planeta”. A fines de abril pasado, un grupo de flamantes egresados de AgroParisTech, un instituto que forma ingenieros especializados en alimentación y medio ambiente en la capital francesa, repudiaron el sentido de la carrera que habían seguido durante años. “Nos forman para el agronegocio”, dijeron.
Daniel Gatti
05 | 07 | 2022
Mural en San Javier – Uruguay | Foto: Gerardo Iglesias
Eran pocos, menos de una decena, pero su llamado a la “deserción”, o mejor dicho a la “bifurcación”, lanzado en momentos en que estaban recibiendo sus diplomas de egresados, causó conmoción en el microambiente universitario francés y en el bastante menos micro del mundo agrícola.
El pronunciamiento fue filmado y subido a redes sociales. En pocas semanas fue visto cientos de miles de veces en YouTube.
Algo más de un mes después, en junio, a los jóvenes parisinos se les sumaron alumnos de la Escuela Nacional Superior Agronómica de Toulouse (Ensat), en el sur de Francia. Y luego otros.
“En un mundo en plena crisis ecológica, ¿cómo puede un ingeniero o una ingeniera aspirar a sumarse a las fuerzas de la agroindustria?”, cuestionaron estudiantes del Ensat en una ceremonia de fin de cursos similar a la realizada en AgroParisTech.
“Necesitamos cambios radicales en la formación que recibimos. Nos modelan para estar al servicio de empresas que destruyen el medio ambiente, fomentan una alimentación no saludable, explotan a los campesinos aquí y en el sur global, y contribuyen a hacer de este mundo algo cada vez más podrido”, dijo una joven.
“Bifurcar, tomar otro camino que el que toman la mayoría de los que egresan de los institutos de agronomía, significa darle otro sentido a nuestra vida en función de una causa justa y de colocar los muchos años de enseñanza pública que hemos recibido al servicio de combates por el bien común”, proclamó uno de sus colegas.
No solo estudiantes de ciencias vinculadas al medio ambiente y la alimentación se pronunciaron en ese sentido. También lo hicieron alumnos de otras “grandes escuelas”, como la de Comercio (HEC).
Algunos tienen fines más limitados: por ejemplo, “colaborar a que los grandes grupos empresariales cambien de actitud”, como dijo una estudiante de HEC. Pero muchos otros –son la mayoría de los que manifestaron su apoyo a los flamantes egresados de AgroParisTech−, quieren “bifurcar hacia otro modelo de sociedad”.
El movimiento tomó un alcance mucho mayor ahora, pero viene de 2018, cuando un grupo de alumnos de AgroParisTech tomó la iniciativa de lanzar un Manifiesto por el despertar ecológico, que desde entonces fue suscrito por más de 33.000 estudiantes franceses y fue replicado en otros países europeos.
“Nosotros y nosotras, estudiantes y recién graduados, hacemos constar lo siguiente: a pesar de las innumerables llamadas de atención de la comunidad científica, a pesar de los cambios irreversibles ya observados en todo el mundo, nuestra sociedad continúa su trayectoria hacia una catástrofe ambiental y humana”, comenzaba diciendo el manifiesto.
Citando datos de informes científicos sobre cambio climático y crisis alimentaria que se habían multiplicado en los últimos años, el texto destacaba la insuficiencia de las políticas públicas implementadas.
“Nuestro sistema económico –decía– sigue sin tener en cuenta que los recursos naturales no son infinitos y que parte de los daños causados en los ecosistemas son irreversibles, ignorando su propia fragilidad frente a los problemas ambientales y el incremento de las desigualdades sociales”.
“Nuestros sistemas políticos, limitados por la lucha de intereses contrapuestos a menudo alejados del interés general, no proponen una visión a largo plazo ni tampoco decisiones ambiciosas para renovar nuestra sociedad. Finalmente, nuestro sistema ideológico valora los comportamientos individualistas que buscan el beneficio propio y el consumo ilimitado, y nos lleva a considerar ‘normales’ modos de vida que están muy lejos de ser sostenibles”
Los jóvenes se decían dispuestos a juntarse. Los esfuerzos individuales, escribían, “por más admirables que sean”, “no bastan”, señalaron. “Como futuros trabajadores, estamos listos para salir de nuestra zona de confort y cambiar en profundidad nuestra sociedad”.
Marie Gillet fue una de las primeras firmantes de aquel manifiesto. Egresada de AgroParisTech en 2018 (hoy tiene 27 años), lamenta no haber sido “tan valiente” como sus colegas de la generación actual de egresados que le gritaron a la cara a las autoridades de la escuela todo lo que piensan de la formación que reciben.
“La ceremonia de entrega de diplomas es un momento bastante deprimente. Los discursos de los diplomados son todos iguales, sin alcance crítico, y la escuela destaca cómo la carrera apunta al trabajo en las start-up, totalmente desconectadas de los desafíos reales, de la vida real”, contó esta semana al diario Libération.
Clément Choisne, egresado de una facultad de agronomía de la ciudad de Nantes, declaró al mismo diario que cuando era estudiante creía en “las soluciones puramente tecnológicas. “Rápidamente me di cuenta, una vez que empecé a trabajar, que los desafíos eran más políticos y societales que técnicos”.
A fines de abril Choisne estuvo entre los creadores del Observatorio del Post Crecimiento y el Decrecimiento, que apunta a reunir a los investigadores de diversas disciplinas que abogan por “otro modo de ver la economía y el desarrollo, por completo ajeno a ese indicador tan de este mundo productivista como el Producto Interno Bruto”.
Tanto Chosine como Gillet consideran que el llamamiento de los estudiantes de AgroParisTech es síntoma de un “hartazgo” que se está generalizando entre los estudiantes de las carreras ligadas al campo, al medio ambiente o la producción de alimentos.
Intelectuales como Edgar Morin o François Gemenne se han interesado por este movimiento, al igual que grupos políticos de izquierda como La Francia Insumisa o el Nuevo Partido Anticapitalista, lo que algunos medios ligados a las grandes empresas del sector o a la derecha política han aprovechado para calificarlos de “hippies trasnochados” o “cretinos útiles de la izquierda radical”.
“Que quieran denigrarlos no es sorprendente”, dijo la asociación Ingenieros Sin Fronteras. “Las manifestaciones de odio y de desprecio provienen de un mundo superado que pelea para mantener sus privilegios y el statu quo de algunos en detrimento de la mayoría”.
Mientras tanto, el movimiento se sigue agitando, y las discusiones en su interior sobre qué sentido darle a la “bifurcación” se multiplican.
“No se sabe hacia dónde irá, qué profundidad crítica tendrá, pero estamos ante un movimiento de un alcance inédito entre los alumnos de ingeniería de todas las disciplinas, en especial de las vinculadas con el terreno agrícola”, comentó el sociólogo Antoine Bouzin.