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50 Aniversario del STECSA
La historia de Israel Márquez Pivaral

Una vida, un Sindicato

Gerardo Iglesias

24 | 9 | 2025


Imagen: Allan McDonald’s -Rel UITA

El 28 de enero de 1979, la Asamblea General Extraordinaria del Sindicato de Trabajadores de Coca Cola de Guatemala dio lectura a una carta enviada por Israel Márquez Pivaral. En ella, el entonces secretario general del Sindicato, manifestaba: “Me dirijo a ustedes en uno de los momentos más difíciles por lo que hemos tenido que atravesar durante todo el tiempo en que juntos compartimos nuestras penas y nuestras alegrías. Esta es la primera vez que no estoy presente en nuestra Asamblea, pero espero que comprendan las razones que me obligan a abstenerme de asistir, no solo por mi seguridad personal sino, por la seguridad de todos”, enfatizaba el dirigente que el 8 de marzo de 2022 murió en el exilio, en Utah, Estados Unidos. “Para mí realmente es doloroso no estar con ustedes en esta oportunidad ─continuaba Márquez en su misiva─ porque esta asamblea es una de la más importante en la historia de nuestro Sindicato. Admiro en ustedes su responsabilidad al asistir a la misma, cuando hoy (domingo) es un día que dedicamos a descansar o a disfrutar de la compañía de nuestras familias”.

La conformación del Sindicato fue el detonante de una represión despiadada, contando, entre otras, con la generosa participación de Germán Chupina BarahonaEl Coronel”, Jefe de la Policía Nacional de Guatemala, uno de los responsables de la quema de la Embajada de España el 31 de enero de 1980 donde murieron 37 personas calcinadas. “Durante su gestión convirtió los secuestros y las ejecuciones en parte de la cotidianidad del guatemalteco. Los cuerpos eran usualmente descubiertos por la madrugada, arrojados a los costados de los caminos o en profundos barrancos en los alrededores de la capital”.

En ese escenario Israel Márquez había sufrido un atentado a balazos el 16 de octubre de 1978, cuando estacionaba su vehículo frente a su casa en la zona 11. Milagrosamente resultó ileso, aunque las ventanillas del automóvil quedaron completamente destruidas.

“En el informe sobre este ataque, en ‘El Imparcial’, se cita a fuentes sindicales, refiriendo que una discusión había tenido lugar en la Embotelladora más temprano ese mismo día entre dirigentes del sindicato y la Gerencia. Según la Federación Sindical (CNT), ‘los trabajadores fueron prevenidos sobre lo que podría pasarles’.

La violencia se exacerbó

Mientras Márquez continuó siendo víctima de actos intimidatorios y amenazas, el 12 de diciembre de 1978 cayó asesinado Pedro Quevedo, quien fuera el primer secretario general del Sindicato.

La escalada represiva continuó por parte de Coca Cola y la participación de escuadrones de la muerte. En enero de 1979 varios vehículos rodearon la fábrica e intentaron secuestrar a Israel Márquez y a Luis Quevedo, hermano de Pedro. El 28 del mismo mes fue asesinado Manuel Moscoso y su esposa resultó gravemente herida en un atentado dirigido en realidad contra Israel Márquez.

Todos miran al Sindicato

“Por este medio quiero recalcar como lo he hecho anteriormente y que ustedes recordarán ─agregaba Márquez─, he insistido en que un Sindicato no lo integra una sola persona, ni un comité ejecutivo o un solo directivo, sino que el sindicato es el conjunto de todos nosotros. Cada uno tenemos una responsabilidad que cumplir, porque la organización existe no porque la ley lo haya reconocido, sino porque es la voluntad de un grupo de trabajadores tomando conciencia de que la única defensa con que contamos los obreros es nuestra organización sindical”.

“A pesar de los difíciles momentos que estamos pasando, y la furia con que la empresa me persigue ─reseñaba Márquez─ y de todas las maniobras en contra de cada uno de nosotros, aun no han logrado destruirnos y, por el contrario, nuestro Sindicato logra cada día más prestigio, y todo el pueblo trabajador de Guatemala está pendiente de lo que suceda con nuestra organización. Así que el triunfo depende de que cada uno de nosotros cumplamos con nuestro deber”.

Al final de la nota el dirigente expresó: “He corrido conscientemente todos los riesgos que ha implicado estar al frente de nuestra organización, y he esperado con tranquilidad cualquier cosa que me pudiera suceder, con la satisfacción de que hemos estado embarcados en una causa justa”.

Márquez, Porto Alegre y la UITA

Luego de sortear varios atentados, en 1979 Israel Márquez se refugió en la embajada de Venezuela, donde permaneció por un mes junto a su esposa y su hijo de diez meses, para finalmente exiliarse en Costa Rica.

Desde allí, Márquez viajó a Porto Alegre, Brasil, para participar en la VII Conferencia Latinoamericana de la UITA (29/10 al 01/11/1979). La actividad se realizó en Brasil, en plena dictadura militar. Con seguridad, la primera conferencia internacional sindical con un número tan expresivo de delegados y países representados.

La sede fue la Federación de Trabajadroes de la Industria de la Alimentación de Rio Grande del Sur, presidida por el compañero Mário Jóse Provenzi, (fallecido el 15 de setiembre último), que soportó serios apremios por parte del aparato represor de la dictadura para que la Conferencia no se efectuara.

La intervención de Israel Márquez, más el informe del secretario regional, Enildo Iglesias y el respaldo político de Dan Gallin, secretario general de la UITA, fueron decisivos para redoblar el respaldo al Sindicato, organizando paros en todas las plantas en que fuese posible, mítines públicos e impulsando además un boicot al consumo de Coca Cola a nivel mundial.

En aquel tiempo el eslogan que usaba la compañía era “La chispa de la vida”, frase que los sindicalistas transformaron en “Coca Cola: la chispa de la muerte”.

Nuestra historia silenciada

Ahora, cuando el internacionalismo proletario se encuentra en estado anémico, cuando las organizaciones se amurallan en el cuidado de sí mismas y establecen sus propias fronteras como horizonte, distantes ante el dolor ajeno. Ahora, cuando el silencio cómplice envalentona la algarabía del enemigo que celebra victorioso la fecha de caducidad del sindicalismo, nosotros rescatamos la bravura de Israel Márquez.

Ahora cuando el olvido es estratégico y la amnesia funcional al poder global que nos somete, nosotros honramos el compromiso sindical y humanitario de Márquez, y un hecho que nos representa: “Que el Sindicato no fuese afiliado a la UITA –que gastó en este conflicto una gran cantidad de recursos– es una demostración de cuál era el espíritu que alentaba la acción de la Internacional: la verdadera solidaridad”, como destacó Enildo Iglesias al final del conflicto.

Parafraseando al poeta: la memoria es un arma cargada de futuro.


Israel Márquez en la VII Conferencia Regional, a la izquierda Alejandro Alvarenga, dirigente sindical hondureño | Foto: Rel UITA (archivo)