Lamentablemente, en la coyuntura actual, ser mujer y trabajar en defensa de los derechos humanos significa enfrentarse a diario a instituciones que violentan sistemáticamente los derechos de la población, en particular de las mujeres.
En Honduras, la conmemoración de este 8 de Marzo se va a dar en medio de una dictadura enfocada especialmente en someter la voz potente de la mujer convencida, la mujer organizada, la mujer que exige cambios y que es capaz de hacer temblar el mundo.
Ya tenemos a varias prisioneras políticas por rechazar el fraude electoral, por manifestarse junto al pueblo en contra de la corrupción y exigir verdad y transparencia.
Las mujeres de este país hemos ido perdiendo los pequeños avances logrados en años de lucha. Nos quieren quitar el derecho a la libertad de expresión, a la protesta y a la vida misma.
Este 8 de Marzo debemos denunciar con fuerza la violencia contra las mujeres y el pueblo hondureño en general; debemos condenar una dictadura que no tiene precedentes en el país; debemos levantar nuestra voz contra la pérdida de los avances logrados como mujeres y defensoras de derechos humanos.
Estamos sometidas a la barbarie. Debemos exigir, colectiva y mundialmente, la liberación de todas las prisioneras y prisioneros políticos que ya suman más de 20 en el contexto de la crisis post-electoral.
Debemos gritar con todas nuestras fuerzas que vamos a luchar por todas y todos ellos.