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Infancia sin futuro

En el primer semestre del año, al menos 4.700 menores hondureños que fueron detenidos mientras viajaban, solos o acompañados por adultos, hacia el norte han sido deportados a su país, señala el Observatorio Migratorio de Honduras. Esta es sólo una pequeña muestra de una gigantesca tragedia que se repite día tras día.

La campaña “Tolerancia Cero”, lanzada recientemente por el presidente estadounidense Donald Trump contra la inmigración, produjo la separación de más de 2.300 menores de sus padres cuando eran capturados al intentar cruzar la frontera entre México y Estados Unidos.

Pese a la decisión del gobierno de revocar esta medida tras la lluvia de críticas recibidas, no han sido despejadas las tantas dudas sobre qué pasará con todos estos niños, niñas y adolescentes encerrados en centros de detenciones.

Tampoco se está explicando cómo podrán reunirse nuevamente con sus familias.

“A Trump se le salió el tiro por la culata. Lo que pretendía ser un mecanismo de chantaje y presión para los demócratas se convirtió en un elemento de desgaste para su propio gobierno y su partido”, dijo a La Rel, José Guadalupe Ruelas, director de Casa Alianza Honduras.

“El presidente estadounidense dio marcha atrás no porque entendió la gravedad de esta medida y de su política xenofóbica y racista, sino solamente para ahuyentar la presión sobre su gobierno.

Los menores -continuó Ruelas– no van a estar en mejores condiciones, simplemente van a ser encarcelados juntos a sus padres.

Lo más absurdo es que el gobierno hondureño no está haciendo absolutamente nada y se cree el relato de que la migración es un delito”, manifestó.

Infancia sin oportunidades
Huyen de la violencia y la pobreza

Para el director de Casa Alianza, el modelo económico neoliberal extractivista implementado por el actual gobierno hondureño es el principal responsable de la situación de pobreza, desesperación y violencia que obliga a miles de personas a abandonar el país.

“Garantizar al capital transnacional la posibilidad de explotar nuestros bienes comunes y una mano de obra desregularizada y muy barata no le ha funcionado al gobierno.

Tanto adultos como menores de edad no van en busca del ‘sueño americano’, sino huyendo de la pesadilla hondureña”, lamentó Ruelas.

La ‘pesadilla’ tiene números
Dos niños se van a cada hora

El Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh) calculó que, el año pasado, casi 380.000 nuevas personas se sumaron a los más de seis millones de pobres.

Actualmente, más del 68 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza.

En Honduras, de cada 100 adolescentes en edad de estudios secundarios sólo hay cupo para 31. Más de un millón no accede a ningún nivel de escolarización. 25 de cada 100 adolescentes mujeres están embarazadas (Casa Alianza).

La Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf) reportó que entre enero de 2016 y marzo de 2018 se registraron 2.125 casos de maltrato infantil, casi 80 cada mes, 63 menores de edad fueron asesinados en el primer trimestre de 2018, más de dos cada día. El año pasado fueron 262 los niños, niñas y adolescentes que perdieron la vida de forma violenta (OV-UNAH1).

Casa Alianza reportó una tasa de 32,8 homicidios de niños y niñas por cada cien mil habitantes en 2017, la más alta de la región.

Honduras en una sociedad donde no existe un sistema de protección contra la violencia, ni una verdadera política social. Lo único que hace el gobierno es implementar programas asistenciales, militarizar territorios y reprimir.

Ha perdido cualquier tipo de relación con el pueblo. La gente ya no tiene alternativas y se va. El 40 por ciento de los menores de edad se van solos”, señaló Ruelas.

Basado en la cantidad de niños, niñas y adolescentes capturados durante su viaje hacia el norte y luego deportados, el gobierno de Honduras dice que cada hora un menor de edad abandona el país.

“Si a esta cantidad le agregamos un 40 por ciento de menores que logran entrar a Estados Unidos, podemos decir que cada hora se están yendo al menos 2 niños del país”, aseguró el director de Casa Alianza.

“Son niños y niñas que padecen sufrimientos terribles tanto durante el viaje, como al momento de su detención y deportación.

Cuando regresan a sus lugares de origen sufren una fuerte estigmatización que dificulta su reinserción en el tejido comunitario.

También en ese caso, la ausencia del Estado en dar soporte emocional a estos menores es total”, concluyó Ruelas.

 

José Guadalupe Ruelas | Fotos: Giorgio Trucchi


1 Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras