“La dirección de la empresa es extremadamente violenta y están dispuestos a todo para terminar con el sindicato”, relata nuestra afiliada, la Federación Sindical de Trabajadores de la Alimentación, Agroindustria y Similares (Festras).
Odilia ya había sufrido otro ataque. El pasado 10 de marzo se encontraba en la oficina sindical que está dentro de la empresa, cuando dos trabajadores afiliados al sindicato patronal entraron violentamente y comenzaron a agredirla.
Según consta en las denuncias efectuadas oportunamente ante las autoridades del Ministerio Público, Odilia fue severamente golpeada en el rostro y en la espalda, donde le dejaron marcas, y además la patearon en las piernas. Mientras la agredían la insultaban y amenazaban con correrla de la empresa a patadas.
En ese episodio, la compañera Yorneli Patzan, que cursaba su quinto mes de embarazo, también fue agredida a la vista de varios trabajadores.
La historia volvió a repetirse el lunes 7 de septiembre. Directivos del sindicato recibían ese día a unos compañeros que lograron ser reintegrados por la vía judicial, dos años después de haber sido injustamente despedidos.
La empresa les salió al cruce, y manipularon a sus empleados con el argumento de que la reinstalación y el pago de los salarios caídos provocarían el cierre de la maquiladora.
Cuando se presentaron para efectivizar el reintegro, un grupo de trabajadores se abalanzó en patota secuestrando a Odilia en las oficinas administrativas donde fue brutalmente golpeada.
Uno de los coreanos dueños de la maquila abandonó la planta dejando “el campo libre” para que sus gángsters de recursos humanos “agilizaran” el papeleo de la renuncia.
“Odilia aguantó hasta donde pudo, sufriendo múltiples lesiones, mordidas y la fractura de una costilla que le afectó un pulmón; su cuerpo está lleno de hematomas. La golpiza fue brutal”, informa Festras.
Esta maquiladora se ubica en el municipio de Mixco, a unos 20 kilómetros del centro de la ciudad de Guatemala, y a una distancia enorme, ancha y profunda de toda dignidad humana.
¡Odilia: tienes que saber que no estás sola!