Día Internacional de la no Violencia contra la Mujer
Un arraigado problema de derechos humanos y de discriminación social
Cada 25 de noviembre se conmemora internacionalmente el clamor de millones de mujeres que cotidianamente luchan por erradicar la violencia, en todas sus formas. Se lo hace recordando a las tres hermanas Mirabal, las heroicas “Mariposas” que alzaron su voz contra la tiranía del dictador Trujillo en República Dominicana, quien demostró su cobardía mandándolas a asesinar impunemente.
En el pasado reciente, en forma mayoritaria los estamentos gubernamentales consideraban a la violencia contra la mujer como un asunto privado y no como un problema que afecta y conculca gravemente los derechos humanos.
Recién en diciembre de 1993 la sociedad mundial reconoció las alarmantes dimensiones de la violencia contra las mujeres al aprobar la Asamblea General de las Naciones Unidas la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia hacia la Mujer.
La violencia de género es un problema social, producto de una organización estructurada en relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y varones que responden a patrones sociales y culturales profundamente arraigados en la sociedad y que son transversales a todos los niveles económicos y culturales.
Muchos de los hechos de violencia no son percibidos por gran parte de la sociedad, siendo la propia estructura social la que le otorga legitimidad a esos actos, ya sea que ocurren en el ámbito familiar o en la comunidad.
Pero en todas y cada una de sus múltiples formas la violencia atenta contra la libertad y los derechos humanos.
El asesinato, la violación, el abuso y acoso sexual, la trata de personas, el secuestro y la tortura constituyen las principales manifestaciones de violencia contra la mujer.
La falta de acceso a la educación, la brecha salarial en relación a los varones, la limitación en alcanzar puestos gerenciales, son también formas de discriminación que configuran la exclusión de la mujer por razones de género que vulneran el reconocimiento y el ejercicio de sus derechos.
Estas formas de violencia encuentran un exponente mayor cuando se trata de una mujer pobre. Las excluidas son doblemente excluidas, por mujeres y por pobres.
“Yo soy la castigada, la invisible, soy la maltratada. ¿Quién ha cavado estos agujeros? ¿Quién ha roto mi mirada? ¿Quién ha desoído mi respiración de espanto? ¿Quién ha cortado, golpe a golpe, los pedazos que me arman? Me repliego, muda, las palabras vuelan lejos, no las sujeto como si me esquivasen desde el principio de los siglos, palabras vacías que se deletrean sonido a sonido perdiendo su significado. Como toda criatura marginada, expoliada, espiada y exiliada, me quedo sin lenguaje. Entonces recuerdo que existe el grito.
Que puedo gritar: Soy MUJER, TRAVESTI, TRANSGÉNERO, TRANSEXUAL, LESBIANA, INTERSEX, BOLIVIANA, NEGRA, MUSULMANA, INDIA, INMIGRANTE, POBRE, OPRIMIDA…
Soy la que está harta, la que se rebela, la que se organiza, la que quiere cambiar las relaciones sociales, la que quiere desterrar la injusticia, la que lucha contra el patriarcado.
Dicen que dicen las Mayas “ill da quesh”, soy otra tú.
Eso, soy otra vos, y otra voz, y soy miles de voces que, tomándole un verso a Neruda gritan, gritamos: sube a nacer conmigo, hermana!!!
Porque siempre, siempre, se puede volver a nacer”.
Fragmento de SOY NOSOTRAS
http://argentina.indymedia.org/news/2008/11/640239.php