Jair Krischke analiza el otorgamiento del Nobel de la Paz a María Corina Machado
Amalia Antúnez
13 | 10 | 2025

Jair Krischke | Foto: Gerardo Iglesias
Nuestro asesor en derechos humanos y referente internacional en la materia, Jair Krischke, presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de Brasil (MJDH), expresó en entrevista con La Rel su profunda preocupación por el reciente anuncio del Premio Nobel de la Paz, otorgado a la política venezolana María Corina Machado.
A sus más de ochenta años, Krischke ha sido testigo ─y protagonista─ de algunas de las batallas más importantes por los derechos humanos en América Latina.
Como fundador y presidente del MJDH, ha denunciado dictaduras, salvado vidas, y acompañado a víctimas del poder en su búsqueda de justicia. Por eso, su mirada sobre el Nobel no es liviana ni apurada: nace del asombro, pero también de la experiencia.
Este año, el Comité Noruego del Nobel recibió 285 candidaturas: 196 personas y 89 organizaciones. Entre ellas, cientos de activistas anónimos que día tras día trabajan por la paz en territorios asolados por la violencia o el olvido. Ninguno fue elegido. La distinción recayó en una figura tan polémica como conocida.
“¿Cómo no alarmarse cuando María Corina Machado compite ─y vence─ a figuras como Donald Trump?”, se pregunta con ironía, aunque sin rastro de humor.
El Comité argumentó que Machado fue premiada por su “lucha en defensa de la democracia en Venezuela”.
“Machado se enfrenta al régimen de Nicolás Maduro, pero ella no es para nada una demócrata”, sostiene. La única diferencia entre ella y Maduro es que él tiene el poder… y ella no”.
La crítica va más allá de Venezuela. Krischke recuerda declaraciones públicas de Machado en las que manifiesta su simpatía por el gobierno de Israel, al que califica como un modelo democrático.
“Entonces, o está muy mal informada ─cosa que no creo─ o su concepto de democracia es muy equivocado”, dispara.
La conversación se va tiñendo de desencanto.
Krischke, que ha visto a tantos luchadores de verdad pasar desapercibidos ante los focos del poder internacional, lamenta que se imponga una lógica de premios al «mal menor».
“Estamos viviendo una crisis global de los derechos humanos. Y en medio de esa crisis, el Comité Nobel elige a esta señora. Es inaudito”, subrayó con firmeza.
Pero no se queda ahí. Hay algo más profundo en su mensaje: una interpelación moral, una demanda ética.
“Yo no me conformo con el mal menor. Yo quiero el bien mayor de la humanidad y creo que ya es hora de que nos lo empecemos a plantear de verdad”, dijo, dejando la frase suspendida en el aire.
En tiempos donde la confusión parece ser regla, los discursos de odio proliferan Jair Krischke no se rinde. Habla desde el sur del mundo, desde el activismo que no busca premios, pero exige coherencia.
Y sí, tal vez el mundo esté patas arriba. Pero voces como la suya insisten en mirarlo de frente, con los pies bien plantados en la tierra.