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La huelga bananera de 1934

Un punto de quiebre en la
lucha obrera

La huelga bananera de 1934 fue una de las movilizaciones más significativas en la historia del movimiento obrero en Panamá y Costa Rica. Organizada en respuesta a la explotación laboral por parte de la United Fruit Company (hoy Chiquita Brands), marcó un antes y un después en la defensa de los derechos de los trabajadores en la región.

Frank Ulloa Royo

2 | 5 | 2025

A principios del siglo XX, la United Fruit Company era la corporación más influyente en la producción y exportación de banano en Centroamérica.

En Panamá y Costa Rica, su poder no solo se extendía a la economía, sino también a la política y la estructura social.

La empresa implementó un modelo de enclave económico, caracterizado por la concentración de tierras y recursos en manos extranjeras, dejando a los trabajadores en una condición de explotación extrema (A. Chomsky, 1996).

Las condiciones laborales en las plantaciones bananeras eran deplorables. Los trabajadores enfrentaban jornadas de más de 12 horas, bajos salarios y una total falta de derechos laborales.

La United Fruit Company pagaba a los trabajadores con fichas o cupones en lugar de dinero en efectivo, lo que obligaba a los obreros a comprar en los propios comisariatos de la empresa.

Esta práctica garantizaba que el dinero de los trabajadores permaneciera dentro de los circuitos comerciales controlados por la compañía, reforzando aún más su poder sobre la vida cotidiana de los obreros (Bourgois, 1989).

Masiva participación y represión estatal

La huelga se originó el 9 de agosto de 1934 en la provincia de Limón, Costa Rica, expandiéndose rápidamente hacia Bocas del Toro, Panamá. Cerca de 10.000 trabajadores se sumaron a la protesta.

Exigían pago de salarios en efectivo y eliminación del sistema de fichas; establecimiento de un salario mínimo y pago de horas extras; mejora en las condiciones de vivienda y acceso a servicios médicos; reconocimiento de los sindicatos por parte del Estado y la empresa.

El gobierno costarricense, liderado por Ricardo Jiménez Oreamuno, militarizó la provincia de Limón y reprimió a los manifestantes, mientras que en Panamá, el gobierno siguió una estrategia similar, enviando fuerzas policiales para disolver la huelga (Lehoucq, 1992).

A pesar de la represión, los trabajadores mantuvieron la movilización durante semanas, obligando al gobierno costarricense a negociar.

Impacto y legado

A pesar de la represión, la huelga logró avances importantes en la lucha obrera y dejó un legado en el movimiento sindical panameño y costarricense.

En ese sentido habría que destacar el fortalecimiento de los sindicatos y consolidación de la organización obrera en las plantaciones bananera; la creación de leyes laborales que establecieron protecciones mínimas para los trabajadores del sector; una mayor resistencia contra la explotación extranjera, lo que influyó en futuras movilizaciones por la soberanía nacional.

En Costa Rica, llevó a una reorganización del sistema de contratación en las bananeras y fortaleció la conciencia sindical entre los obreros (Gutiérrez, 2004).

En Panamá el pasado lunes (28) el Sindicato de Trabajadores Bananeros de Bocas del Toro (SITRAIBANA), decidió sumarse a las protestas populares a nivel nacional dada la crisis generada por la Ley 462, que afecta la Caja de Seguro Social y ante la ofensiva del gobierno de Donald Trump que ha manifestado su intensión que el Canal de Panamá sea devuelto a Estados Unidos.

La paralización de las actividades agrícolas demuestra que, casi un siglo después de la huelga de 1934, los trabajadores bananeros panameños continúan en la primera línea de la lucha por sus derechos.