Hugo González Chirico abandona su huelga de hambre
Una victoria en el último minuto

Tras 79 días de huelga de hambre, y a punto de que comenzaran a consumirse sus órganos vitales, el dirigente sindical paraguayo Hugo González Chirico levantó la medida y comenzó a alimentarse
Cuando un luchador por una causa justa decide hacer huelga de hambre hasta las últimas consecuencias, las razones en contra no tienen fuerza. Y esa huelga solamente puede cesar con la muerte o con una victoria, que afirme que era justa esa dolorosa elección.
El solo hecho de que un sindicalista inclaudicable y de gran fe como Hugo Fernández Chirico preserve su vida es una victoria, arrancada al presidente Horacio Cartes, que ya se veía triunfante con la desaparición de este luchador.
He acompañado a Hugo como ser humano y como sacerdote durante casi dos meses, como lo hacía en el colegio de Cristo Rey cuando él era joven.
No ha sido nada fácil
Hugo decidió su medida por tres causas justas: la reposición de los más de 300 obreros despedidos de la siderúrgica ACEPAR, privatizada primero y entregada por el gobierno en alquiler a una empresa brasileña, el reconocimiento de la propiedad del 33 por ciento de las acciones de la firma por parte de la cooperativa Cootrapar y el cese de la suspensión del Sindicato SITRAC.
El gobierno, y en particular el Ministerio de Trabajo, intentaron diversos chantajes para que los obreros dejaran de reclamar lo que es suyo. Los trabajadores no abandonaron, y Hugo inició su medida.
Con 79 días de huelga de hambre ya no quedaba mucho tiempo antes de que le ocurrieran daños irreversibles.
Fueron horas tremendas
Se intensificó el trabajo del grupo médico, de los compañeros de González Chirico para intentar convencerlo de que abandonara su medida, de que ya había triunfado al colocar el tema y sensibilizar a la sociedad acerca de la justicia de sus reclamos. Las oraciones también se intensificaron.
“Tratamos de mostrarle que la lucha continúa y que perdiendo la vida no ganamos”, dijo Derlis Marinoni, uno de los sindicalistas de Cootrapar.
Finalmente, lo convencimos. Y ganamos.