Luis Vignolo
1 | 8 | 2025

José Díaz | Foto: Adhoc
“Querido compañero y amigo”, con esas palabras comenzaba José Díaz uno de los últimos mensajes que me escribió, cuando él ya presentía la cercanía de su propia muerte y comenzaba a despedirse de la vida.
Al mismo tiempo que expresaba sus afectos hasta el final, seguía comandando con firmeza como siempre lo hizo. Señalaba el camino, reflexionaba sobre los temas pendientes, daba instrucciones, encomendaba tareas, pensando en “la mañana siguiente” que trascendía su propia existencia.
Apenas días antes había querido participar de un acto en la sede de su Partido Socialista, la Casa del Pueblo, en solidaridad con la causa Palestina, contra el genocidio y por la paz.
El mismo día de la conferencia avisó de su quebranto de salud y, como no podría participar en persona, solicitó que le grabaran un mensaje de audio, para estar presente a pesar de la ausencia.
Con su sola voz, quebrada por la emoción, hizo vibrar a todos los presentes. Sin dejar de expresar su inquebrantable apoyo al gobierno y al Frente Amplio, evitando eufemismos, señaló su clara disconformidad con las ambigüedades de ambos, frente al genocidio que padece el pueblo palestino.
Cuando el encargado de la Embajada de Palestina, Mohamed Shafei, tomó la palabra en el acto, comenzó agradeciendo el mensaje grabado de José, no solamente por su contenido comprometido y valiente sino por la intensa y tan auténtica emoción con que lo trasmitió.
Dijo José: “Nunca lo había invocado; siento la necesidad de decirlo como socialista de Patria Grande, como socialista de toda la vida, como fundador del Frente: les pido a todas mis compañeras y compañeros que cerremos filas en una clara definición por Palestina libre. ¡Viva Palestina libre!”.
Reafirmando su convicción de Patria Grande latinoamericana y caribeña propuso que el Frente Amplio impulse con fuerzas políticas y partidos afines de América Latina una política común de condena al genocidio del pueblo palestino. A la vez reclamó que el gobierno se ponga a la altura de sus responsabilidades y busque una alianza en la región, especialmente con los gobiernos progresistas de Brasil, México, Colombia y Chile (en otra ocasión reciente había mencionado también a Cuba) con la misma finalidad solidaria respecto a Palestina.
La voz latinoamericana y caribeña debe velar y actuar, a la vez, por la paz mundial, en un tiempo histórico en que el imperialismo amenaza con desatar una posible guerra mundial que podría ser nuclear y aniquiladora. José volvió una vez más a recordar a su admirada Rosa Luxemburgo: Socialismo o barbarie.
Al día siguiente de ese acto José me preguntaba qué repercusiones habían tenido sus palabras y sus propuestas en el conjunto del Frente Amplio y del gobierno. Por si fuera poco, horas antes de ser internado se encargó de enviar la grabación de su mensaje a amigos y compañeros, así como encargarnos a otros la tarea de reenviarlo.
Hasta el final de su vida, con sus 93 gloriosos años, insistió esperanzado en incidir en la conciencia colectiva y en la acción política.
Desde la misma pasión de Patria Grande me había encargado, durante una conversación en su apartamento, organizar un debate fraterno sobre Venezuela que contribuyese a la normalización total de las relaciones diplomáticas con la patria de Chávez y Bolívar, no solamente en el plano consular.
Mientras que el mismo día que condenaron a Cristina Fernández de Kirchner, José, después de hablar con su amiga argentina Liliana Demirdjian, me llamó para reclamarme una actividad solidaria con Cristina y Argentina frente al lawfare, de rechazo a la guerra judicial oligárquica e imperial en Nuestra América. José Díaz sentenció con energía: “a ver si con Cristina y Argentina no pasamos tanta vergüenza como con Palestina”.
Habrá que escribir un libro o mejor varios para dar cuenta de la trayectoria, el pensamiento y la obra de José Díaz.
Por hoy, apuradamente, lo recordamos como el oriental de Tupambaé, el revolucionario infatigable, defensor de la Patria Grande y de la izquierda nacional y popular, del socialismo nacional latinoamericano y caribeño.
El internacionalista marxista, antiimperialista consecuente, comprometido invariablemente con la causa Palestina y la revolución cubana, y con todas las luchas de los pueblos y clases oprimidas del mundo.
Fundador del Frente Amplio, firmante de la declaración fundacional de 1971, secretario general del Partido Socialista, gran admirador de Carlos Quijano, impulsor de la Unión Popular en 1962, sindicalista y abogado de sindicatos de Uruguay, Argentina y España, militante estudiantil universitario en la Federación de Estudiantes del Interior, su querido interior, y en la gloriosa FEUU, preso político, exiliado, abogado defensor de presos políticos, diputado y ministro durante el primer gobierno del Frente Amplio, creador de la Fundación Vivian Trías de la que fue presidente. Compañero y amigo de Eduardo Galeano, Vivian Trías, Guillermo Chifflet, Raúl Sendic (padre) y Carlos Machado, entre tantos otros.
Galeano en ocasión de la muerte de Vivian Trías escribió: “Con nuestras piernas continuará caminando”.
José Díaz, como Vivian, no necesita de nuestras piernas. Su obra tiene vida propia. Somos nosotros los que necesitamos la inspiración de José para seguir haciendo camino al andar, rumbo a los ideales de la liberación nacional y el socialismo, en la Patria latinoamericana y en la Humanidad.