73 años del SOEN
Gerardo Iglesias
3 | 7 | 2025

Imagen: SOEN
El Sindicato de Obreros y Empleados de Norteña cumple 73 años. Por allí pasaron entrañables compañeros y compañeras. Se transitaron años de persecución y resistencia durante la dictadura militar.
El Sindicato supo tejer alianzas, estimuló el mano a mano con la gente, por ello todo el pueblo sanducero* salió a pelear por Norteña cuando se decidió su cierre desde una oficina en Brasil.
Cómo olvidar, no se puede, a la muchachada que no se resignó y marchó en caravana para entregar las 26.800 firmas en el Edificio Libertad (sede del Poder Ejecutivo) en Montevideo. Dirigentes del PIT-CNT, confundidos con representantes de la Federación Uruguaya de Cooperativas por Ayuda Mutua (FUCVAM), estudiantes, gente de a pie acompañando.
“Se equivocaron los brasileños en creer que somos boleta. Les va a costar cerrar la fábrica. Estamos dispuestos a seguir dando pelea”, sentenció el flaco José Oxley, secretario general del SOEN en la rueda de prensa en aquella tarde del 14 de marzo de 2003.
Cómo olvidar a Siderlei de Oliveira, presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Alimentación de Brasil. ¿Cuántos viajes realizó a Paysandú y a Montevideo desde Sao Paulo? ¿Cuántos contactos efectuó hasta posicionar la lucha del SOEN en la mesa del presidente Luiz Inácio Lula da Silva?
Cómo olvidar a las compañeras que en protesta por el cierre desarrollaron una jornada solidaria, en el Día Internacional de la Mujer (2003) que se inició en horas de la mañana con una mateada y prosiguió con un almuerzo compartido al que asistieron numerosos vecinos con sus familias, ediles departamentales, activistas sindicales y dirigentes del cooperativismo local.
Cómo olvidar al Intendente Álvaro Lamas que se plantó ante el atropello de la transnacional AmBev, y al respaldar al SOEN y su lucha, abrazaba a todo Paysandú. “El libre mercado significa libertad sólo para los poderosos”, dijo más de una vez y cuánta razón tenía.
Manuel “Ratón” Silva se mudó de barrio este año. Todo el mundo lo recuerda de buen humor dándole duro al pedal por las calles de Paysandú. Trabajador de Norteña y presidente del Sindicato, fue destituido por la dictadura militar en 1974, reingresando nuevamente gracias a la presión sindical en 1984.
En 2004 el periodista Carlos Caillabet entrevistó a Manuel. Una joyita que hoy rescatamos en su parte medular, donde habla de Raúl Sendic, en sus labores como asesor del Sindicato.
-Yo empecé a trabajar a los nueve años de ayudante de verdulero. Al mediodía dejaba para ir a la escuela y a la salida volvía al trabajo hasta las diez de la noche. Me hubiera gustado ser carpintero ─continúa Manuel─ pero cuando terminé la escuela un vecino me consiguió trabajo como ayudante en la empresa sanitaria de don Pedro Lamarca. Allí aprendí el oficio de plomero y cuando don Pedro cerró su empresa no nos pagó despido, pero nos regaló las herramientas.
-¿Eso estuvo mal o bien?
-¡Yo qué sé! Fue así, nomás. Don Pedro era un tano paternal. Un patrón de otra época.
-Entonces usted es plomero…
-Soy un artista. (interrumpe tras una carcajada)
-¿Cuándo entra a trabajar en Norteña?
-En 1958, de zafrero. Cuando en la fábrica no se trabajaba salía con mi caja de herramientas a buscar alguna changa como plomero. Yo aportaba en casa y hasta traje tenía para ir a algún bailongo. En esa época comencé el liceo nocturno y milité a nivel estudiantil.
-Usted conoció al fundador del movimiento tupamaro Raúl Sendic.
-Sí. Era un estudiante avanzado de abogacía cuando llegó a Paysandú y se instaló en el local del sindicato de los trabajadores de Paycueros y de Norteña. Militaba en el Partido Socialista y defendía a los obreros. Trabajadores independientes y sindicatos recurrían a él para que los asesorara.
-¿Cómo era Sendic?
-Era un individuo de pocas palabras y de costumbres muy modestas. Recuerdo que se había armado una cama con unos postigos viejos. Yo le hice y le regalé una tropera (caldera de campaña) para calentar agua.
-¿Era un radical?
-No. Qué va a ser. Raúl era… cómo decirle… un tipo razonable. Con sentido común, moderado.
-No es fácil de creer. ¿Puede darme algún ejemplo?
-Mire, en 1960, más exactamente en agosto de ese año, en Norteña llevábamos dos meses de huelga cuando la empresa mandó telegramas colacionados a todos los trabajadores menos a la dirección del Sindicato, para que se presentaran a trabajar al día siguiente. La empresa tenía buenas relaciones con el cuartel, y logró que los militares rodearan la fábrica. Hicimos una asamblea y los compañeros se radicalizaron. Cuando se estaba por decidir no presentarse a trabajar, Sendic pidió permiso para hablar y como asesor sugirió presentarse, porque ─justamente─ lo que buscaba la empresa era que no nos presentáramos. Me acuerdo que propuso nombrar una directiva provisoria que discutiera con la patronal cuál sería el futuro de los compañeros no citados a trabajar y luego hacer otra asamblea. Fue lo que hicimos. (…)
El Ratón es uno los duendes que aún habitan el local del SOEN. Algunos compañeros además aseguran haberlo visto hace unos días pedaleando cerca de la fábrica. Me lo imagino sonriente y gritando “¡Vamo’ arriba”, a los muchachos del Sindicato en su 73 aniversario.