Ayer, a pocos días de cumplir 90 años partió el expresidente José Mujica.

En los últimos años estuve muy apartada de sus dichos y declaraciones públicas, sobre todo en lo referente a la causa de los desaparecidos, pero al margen de mis diferencias debo reconocer que, durante su gobierno, Mujica impulsó una amplia agenda de derechos y propició mejoras sociales sustanciales para la clase obrera.

Fue quizá, el más humanista de los presidentes de Uruguay.

Tenía una capacidad mágica de llegarle a los jóvenes, había muchos hoy en su despedida en el Palacio Legislativo. Siempre dije que Mujica era “un encantador de serpientes”, si lo escuchabas no había forma de escapar del encanto que nace de la sencillez de quien vivió como predicó.

Entre hoy y mañana miles de uruguayos, uruguayas y personas de otras nacionalidades pasarán por El Salón de los Pasos Perdidos a despedir a una de las figuras políticas y populares más destacadas del siglo XXI.

Para nosotros ¡se nos fue el Viejo! Aunque para los grandes, como Mujica, la muerte nunca tiene la última palabra.