Llegaron para cortar la caña del Ingenio Taboga. Fueron presa de los contratistas, los “coyotes” del cañaveral. Fueron despedidos, no les pagaron sus prestaciones, están pasando hambre y no cuentan con dinero para volver a Nicaragua. “Nos tratan como bestias”, comenta un cortero ahogado en la angustia y la desesperación.
