“La salud de cientos de miles de trabajadores de plantas procesadoras de carne en Brasil está en riesgo debido a un plan respaldado por la industria para reducir los descansos dados a los empleados”, señala la nota, publicada este lunes 12.
El plan, recuerda The Guardian, consiste en limitar las pausas (térmicas) de 20 minutos cada hora y 40 minutos de que hoy gozan los trabajadores de los frigoríficos gracias a una norma por la cual lucharon durante largos años.
“Es inconcebible que, durante la peor crisis de salud de la historia, cuando los trabajadores de los frigoríficos fueron calificados como esenciales y continuaron trabajando con normalidad para garantizar el suministro de alimentos a la sociedad, se les elimine cualquier derecho relacionado con la salud y seguridad en el trabajo”, declaró al diario Lincoln Cordeiro, procurador del Ministerio Público de Trabajo (MPT), entidad independiente del gobierno.
Los cambios propuestos “significarían que los descansos solo se otorgarían” a apenas un 5 por ciento de los empleados de las plantas.
“Hay estudios que muestran que el trabajo continuo en un ambiente frío deteriora los músculos y el funcionamiento neuronal. La exposición al aire frío también causa inflamaciones y un empeoramiento del sistema respiratorio”, agregó el procurador.
Cita también a Célio Elias, dirigente de la Federación Democrática de Trabajadores de la Industria de la Alimentación de Santa Catarina, que denuncia las presiones de los empresarios sobre el gobierno y el Congreso para eliminar o reducir drásticamente la NR36, a la que responsabilizan de “daños económicos al sector”.
“Si se socava la protección de los trabajadores, veremos una gran cantidad de personas lesionadas y mutiladas. No tenemos ninguna duda al respecto”, dijo Elias.
En 2019, a pesar de la vigencia de la NR36, que limitó la accidentalidad en los frigoríficos brasileños, hubo en esas plantas unos 23.000 accidentes laborales, un promedio de 62 por día. Sin la norma, sería muchísimo peor.
El matutino británico destaca igualmente que esta revisión se produce en un momento en que “se plantean dudas en Europa sobre la sostenibilidad de las exportaciones de carne brasileña”, que el año pasado alcanzaron un récord de 17.000 millones de dólares.
Los países europeos cuestionan al gobierno de Jair Bolsonaro por la deforestación salvaje de la Amazonia, en beneficio, entre otras actividades, de la ganadería ilegal.
La administración del presidente ultraderechista es particularmente sensible a la defensa de los intereses de los empresarios.