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Con Helena Ribeiro da Silva

“El movimiento sindical tendrá que renacer de sus cenizas”

Contadora de profesión, Helena Ribeiro da Silva es presidenta del Sindicato de Agentes Autónomos de Americana y Región (SEAAC), organización que conforma la USTL. Hace 30 años es militante sindical y 25 que preside su organización. En esta entrevista analiza la coyuntura del sindicalismo en Brasil y destaca la necesidad de un cambio que lo reinvente.

-La situación que está atravesando el sindicalismo brasileño, ¿se debe únicamente a la reforma laboral?
-La reforma fue algo que afectó negativamente a todo el espectro sindical, pero sería mentira decir que es la única responsable de la crisis que vive el movimiento.

El comodismo de la dirigencia sindical tiene mucho que ver con la situación en que estamos hoy.

Estaba fácil, el dinero entraba, trabajáramos o no, estuviéramos cerca de nuestros representados o no. Nos fuimos acomodando y hoy pagamos caro esta actitud.

Se perdió la actitud militante, se perdieron los líderes que podían capacitar y formar a nuevos sindicalistas, en especial a los jóvenes, porque la dirigencia se alejó de las bases.

Además, nos enfrentamos a un mundo nuevo, con nuevos desafíos, nuevas expectativas. Los jóvenes y las mujeres ya no creen en el sindicato con la fe y la convicción de los antiguos militantes, provenientes de los diversos movimientos sociales que fueron protagonistas en las décadas del 60 y el 70.

Por otra parte, en la época de la dictadura se sabía quién era de derecha y quién de izquierda. Hoy no. Ves a un diputado o un senador que un día toma una medida pro clase obrera y al otro una contra, es decir hace lo que más le conviene.

Sin el pan y sin la torta
El precio del silencio y la inacción

-¿Había otra expectativa con relación al poder de movilización de los sindicatos en este tema de la reforma?
-Se esperaba que hubiera una actitud más combativa, sobre todo por parte de las centrales sindicales que más poder económico tienen, específicamente tres de ellas.

Pensábamos que iban a utilizar esos millones que recibieron del impuesto sindical para financiar movimientos, campañas y acciones que buscaran derrocar el proyecto de reforma laboral.

Se callaron, creyeron que esa reforma no iba a pasar y, de hacerlo, que Michel Temer la vetaría. Quedamos esperando uno por el otro, el sindicato por la federación y ésta por la central, y acá estamos, sin el pan y sin la torta.

Fallamos como movimiento sindical, no hicimos lo que debimos hacer: ir a Brasilia y, si era necesario, romper todo.

Para salir de esto tendremos que renacer de nuestras cenizas, reinventarnos y hacerlo de forma que el trabajador y la trabajadora estén adelante, que sean nuestra guía.

Mantener un diálogo permanente y sincero será la única forma de que vuelvan a confiar en la organización sindical.

Mujeres y jóvenes
Falta mucho para la paridad y una buena sintonía

-¿Qué pasa con la participación de la mujer en el sindicalismo?
-Esta es una cuestión que todavía no se zanja. Si bien hemos avanzado desde mis comienzos en el sindicalismo, fue una lucha ardua llegar, dentro de nuestra Federación, a que haya 50 por ciento de presidentes hombres y 50 por ciento mujeres.

Nos llevó 10 años lograr esta paridad, pero esto es en mi federación, a nivel regional o nacional todavía falta mucho para lograr una verdadera participación de las mujeres en los ámbitos de decisión de las organizaciones sindicales y en los ámbitos de negociación colectiva.

Hay que entender que la desigualdad salarial afecta enormemente la participación de las mujeres en los sindicatos y solo cuando se termine con esa diferencia y las mujeres ganen salarios dignos, podrán tener otra autonomía y participar más y mejor.

La ausencia de jóvenes en los cuadros sindicales es otro tema que preocupa.

-¿Qué tiene que hacer el sindicato para atraer a la juventud?
-Pienso que deberíamos invertir más en la informatización y la tecnología, ser conscientes de que dentro de una o dos décadas muchos oficios y profesiones tenderán a desaparecer.

Hay que abrir los sindicatos a las nuevas profesiones, ampliar el abanico de acción para poder captar a esos nuevos y jóvenes profesionales.

Yo no creo que los jóvenes no quieran trabajar, como se dice desde diversos lugares. Quieren hacer algo que les guste, que los entusiasme, nada más. Habrá que adaptarse a eso.

Tenemos que apostar a las mujeres, a los jóvenes para construir un país mejor y más igualitario.

Tiempo de vacas flacas
Cuando se abandona el barco

-Los dirigentes de escritorio, ¿están condenados a salir?
-No tengo dudas, ahora que no hay recursos muchos se irán, porque son muchos los que continúan en las organizaciones y, por ejemplo, ya están jubilados.

En el taller hoy en la mañana lo manifesté, no estoy contra la gente de edad avanzada, pero se debe entender que hay que dejar espacio a los jóvenes, que se necesita hacer mucho más, salir del local sindical ir en la búsqueda de los trabajadores, las trabajadoras y sus problemas.

Toda su gestión estuvo dirigida a contemplar sus propios intereses y si el dinero no ingresará fácilmente, como antes de la reforma, van a abandonar sus cargos más temprano que tarde.

Conozco a unos tres dirigentes que ya dejaron a sus federaciones y sindicatos.

Mejor así, los débiles y desclasados son las primeros en abandonar el barco cuando éste se hunde, pero creemos que hay chances de empezar de cero si fuera necesario y tomar un rumbo nuevo.

-A pesar de la coyuntura adversa, noto en ti el entusiasmo y la fuerza de quien da pelea siempre, lo cual no es fácil de observar hoy…
-(Risas) Creo que hay una diferencia sustancial entre ser sindicalista y ser dirigente sindical.

Yo soy una sindicalista nata, nací con esto en la sangre. Siempre sentí esa necesidad de ayudar y mejorar la vida de los demás.

Te cuento una anécdota. Cuando yo tenía 13 años, lo único que sabía de Alcohólicos Anónimos era que ahí iba la gente que consumía mucho alcohol, entonces a todo aquel que veía en la calle alcoholizado, allí lo llevaba.

En esta coyuntura debemos seguir trabajando, tiene que surgir una nueva militancia, porque el único lugar en el mundo donde el dinero viene antes que el trabajo es en el diccionario.

Si quieren recursos tendrán que trabajar, así de simple. Tenemos que salir de este pozo depresivo con trabajo y con coraje.

No nos queda otra.

-Felicitaciones. ¡Que así sea!


En Limeira,
Gerardo Iglesias