Tenía 46 años, era padre de dos niñas menores de edad, y desde hace largo tiempo sabía que podría acabar como Berta Cáceres, la luchadora ecologista y por los bienes comunes a la que una banda de esbirros a sueldo de una hidroeléctrica asesinara en 2016. Así se lo habían advertido en 2021 y así sucedió.
