-¿Cuáles son los principales problemas de salud que se evidencian en la producción agrícola?
-Lo que hemos venido detectando va más allá del sector palma y abarca a todo el sector agrícola. Normas y parámetros existen, pero son irrespetados sistemáticamente por las empresas.
Para una jornada laboral de 8 horas diarias ningún trabajador puede estar expuesto a un nivel de ruido continuo (presión sonora) superior a 85 decibeles, y eso muchas veces no se respeta.
Tampoco se cuida al trabajador o la trabajadora que debe realizar movimientos repetitivos durante todo el día.
En el proceso de sellado en las plantaciones bananeras, por ejemplo, el trabajador realiza un promedio de 34 mil movimientos repetitivos durante 8-10 horas.
Es evidente que después de un tiempo surgen varias enfermedades, como el síndrome del túnel carpiano, bursitis de codo, manguito rotador de hombro, así como trastornos de la columna cervical y lumbar.
En el sector palmero pasa lo mismo, es decir toda una serie de trastornos musculoesqueléticos que tienen un claro origen laboral.
Otros factores que aquejan a compañeros y compañeras se deben a la postura prolongada de pies y la manipulación de agrotóxicos. En este último caso tenemos afectaciones serias de tipo respiratorio y afecciones dermatológicas.
Y en sector de flores hay afectaciones que tienen que ver con el lugar de trabajo. El hecho de trabajar todo el día en invernaderos sin poder salir hace que las trabajadoras estén más expuestas a intoxicaciones y estrés térmico.
Reitero, las empresas, en su mayoría, tienden a no brindar las condiciones mínimas de salud laboral y no cumplen con las normas que dicen respetar.
La legislación dice que deben reunirse con los trabajadores al menos cuatro horas a la semana para hablar de salud en el trabajo. Cuando uno revisa la documentación parece que todo está bien, pero cuando hablas con los trabajadores te das cuenta que no es así y que tienen semanas y hasta meses sin reunirse.
El otro problema es que no se les da seguimiento a los accidentes que ocurren en el trabajo. Eso es grave porque, al no corregir un comportamiento, se genera una repetitividad preocupante de accidentes laborales.
-¿Qué está haciendo el sindicato?
-Hemos asumido la tarea de capacitar y educar al trabajador, hombres y mujeres, para que se empodere y tenga la capacidad de reclamar derechos y, por otro lado, cumplir deberes y obligaciones.
-Uno de los problemas más grandes es el ritmo frenético de trabajo…
-En el Foro Mundial Bananero que se desarrolló hace seis años en Italia propusimos la implementación de pausas activas, de 5 minutos cada dos horas de trabajo y analizar el ritmo de labor que en muchos casos es muy intenso y el cuerpo se resiente.
Las empresas deben comenzar a respetar los horarios de trabajo y las exigencias físicas de sus trabajadoras y trabajadores, sobre todo si se trata de trabajo a destajo.
Asimismo debemos crear sinergias con los demás actores. Las autoridades deben legislar para que haya más prevención y hacer respetar las normas; las empresas deben asegurar condiciones adecuadas y garantizar salarios dignos para que el trabajador no se someta a extenuantes jornadas laborales, y el sindicato debe velar para que todo esto se cumpla.
-Muchas veces las empresas tratan de ocultar el origen laboral de la enfermedad.
-Así es. Un accidente o una enfermedad producida por la actividad laboral, como puede ser el síndrome del túnel carpiano, es catalogada como enfermedad común por las Administradoras de Riesgos Laborales (ARL).
Llegan a decir que son enfermedades relacionadas con la actividad doméstica que uno realiza. Hay que buscar un punto de equilibrio entre los diferentes actores.
Si seguimos así, muy pronto vamos a tener una población entera de enfermos.
En Apartadó, Gerardo Iglesias