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Sindicalismo en tiempos de pandemia

El aislamiento, sumado al vertiginoso avance de las tecnologías de la información, nos mostró una realidad, que si bien ya estaba al alcance de nuestra mano, fue a partir de marzo de este año, cuando el Covid-19 estalló en América Latina, que tuvimos que profundizar en ella los que ya estábamos algo acostumbrados, y a tener que aprender sobre ella los que no estaban del todo familiarizados.
Foto: Gerardo Iglesias

“Cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana
no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos,
o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada”.
(Eduardo GaleanoEl libro de los abrazos)

Internet pasó a ser para muchos ciudadanos del mundo algo de primera necesidad. Hubo que acomodar rutinas para compatibilizar teletrabajo y tareas escolares, con las tareas del hogar, algo nada sencillo.

La mayoría de los locales comerciales, oficinas, colegios, hoteles, restaurantes, cerraron sus instalaciones, el transporte público mermó y de pronto tuvimos que comenzar a adaptarnos a lo que alguien por ahí dio en llamar “la nueva normalidad”.

Este nuevo momento, en el que las personas no saben bien cómo saludarse y donde el distanciamiento social es la clave para que el nuevo coronavirus no se propague vertiginosamente, puso en jaque a más de uno, entre ellos a las organizaciones sindicales.

De golpe y porrazo las organizaciones tuvieron que dejar las amplias reuniones, los viajes para encontrarse en tal o cual actividad de formación o información y adaptarse a nuevas modalidades de militancia.

Nuevas formas de comunicarnos

Muchas actividades, sobre todo las vinculadas a los sectores más golpeados, como el turismo y la gastronomía, vieron sus ingresos debilitados por los cierres masivos de pequeñas empresas que no soportaron tantos meses de inactividad.

Hubo que dar un golpe de timón en la forma de comunicarnos porque ya no habría reuniones presenciales este año y quién sabe hasta cuándo no las habrá.

Por eso hubo que echar mano a lo que teníamos a nuestro alcance para no perder el vínculo, tan necesario en este tipo de organizaciones para poder seguir trabajando en mejorar condiciones laborales, salariales y también de vida, para seguir denunciando situaciones de injusticia o explotación, de violencia y de desidia.

Un papel protagónico

El rol de los sindicatos en el actual escenario es fundamental, porque con las crisis financieras, los más vulnerables tienden a ser los que peor la pasan.

Los empresarios suelen cargar la reducción de costos en las espaldas de los trabajadores y trabajadoras, en sus salarios, en sus beneficios, en sus empleos.

Y dentro de ese universo de vulnerables y más afectados, destacan las mujeres, uno de los grupos más golpeados por la pandemia.

Ante este nuevo contexto, en la Rel UITA surgió la posibilidad de iniciar un ciclo de reuniones virtuales desde la perspectiva de género y diversidad por entender que son estos grupos, junto a los jóvenes, los que más sufren el desempleo y la precarización del empleo existente.

Así surge ¡Clamu te visita!, un espacio que en su primera etapa, las afiliadas a la Regional pudieron exponer y compartir experiencias de acciones sindicales de empoderamiento de la mujer y del colectivo LGBTI en las organizaciones de trabajadores, para luego trazar estrategias de lucha que permitan una refundación o reformulación de la acción sindical.

El ciclo de encuentros, realizado durante los miércoles de setiembre, logró algo hasta ahora inédito en este tipo de experiencia virtual: la permanencia del público durante los cinco capítulos que duró el seminario.

Ser es estar conectado

Todos los miércoles, de 13 a 15 horas de Montevideo, Uruguay (sede de la Regional Latinoamericana) entre 70 y 80 participantes, la mayoría mujeres, se conectaban vía Zoom para participar del encuentro.

Hubo entre dos y tres expositores por jornada y al finalizar cada sesión se abría el debate para que todas pudieran intercambiar opiniones y aprendizaje.

Pero más allá de las constructivas experiencias expuestas en este ciclo virtual y la presencia permanente de un público cautivo, lo que nos deja esta nueva modalidad de reunirnos para organizarnos, aunque suene a cliché, es que cuando se quiere, se puede.

Cuando hay voluntad de crecer colectivamente es posible sortear las barreras que nos impone esta nueva realidad. Si nos niegan el contacto cara a cara, nos reuniremos pantalla a pantalla, nos abrazaremos con las palabras y nuestras miradas reducirán estas distancias.

Pero será nuestra indignación común y nuestra lucha por un mundo donde haya mayor equidad lo que realmente nos dé la fuerza para volver a nacer en una nueva normalidad.

Los sindicatos tenemos que entender que habrá que reinventarse para poder sobrevivir en este nuevo escenario que para muchos resulta hostil, agiganta desigualdades, condena y mata, ya sea por coronavirus o por hambre.

En ambos casos el rol del movimiento obrero será crucial.

Defender condiciones laborales que contemplen la salud de los obreros y luchar para que el capitalismo salvaje no se coma los empleos y para que los que más tienen en el mundo tengan todavía más, será el desafío de estos tiempos, donde ser no es sólo ser percibido sino estar conectado.