El neoliberalismo hizo todo cuanto estuvo a su alcance para frenar el avance de las causas por delitos de lesa humanidad y en el plano de lo simbólico intentó hacer del 24 de marzo, aniversario del golpe de Estado de 1976, que instauró una de las dictaduras más sangrientas de la historia reciente latinoamericana, un “día festivo”.