Manolo, por siempre Manolo

En el malecón habanero la noche es sofocante. Juan Mendoza enciende un puro y sin mediar entremés hace alarde de su destreza en el cante flamenco. La gente lo rodea, curiosa, amigable y festeja con bulla y gestos rítmicos sus improvisaciones en medio del rumor síncope del oleaje caribeño.