-¿Cuáles son los principales problemas que se enfrenta el sindicalismo español en cuestión de género?
-La brecha salarial y el acoso sexual por un lado y por otro lado la violencia de género.
Para nosotros son dos cosas diferentes. En América Latina entienden que violencia de género es el acoso en el trabajo, nosotros diferenciamos acoso sexual y por razón de género porque lo tenemos legislado en el trabajo, y por otro lado tenemos una ley que habla de violencia de género, todo lo que tiene que ver entre el hombre y la mujer pero en el ámbito doméstico.
El acoso laboral está regulado por la ley de igualdad, que estipula que las empresas deben tener protocolos de prevención contra el acoso sexual y por razón de género, y si bien no es obligatorio pactarlo con el sindicato sí es recomendable, ya que muchas empresas no acatan la norma.
-¿Cuáles son las formas más frecuentes de acoso laboral?
-Se puede dar entre un superior a su subordinada o subordinado, pero estamos viendo que también sucede con los clientes, por ejemplo mujeres que están en una barra de bar atendiendo y ahí son acosadas.
Se da mucho en el trabajo doméstico, donde las mujeres se desempeñan en las tareas de limpieza en casas donde viven hombres solos y son víctimas de acoso y de abuso en muchos casos.
Este es un ámbito muy difícil de monitorear porque no hay testigos y es la palabra de uno contra otro.
Y en épocas de crisis, los hombres abusan de ese espacio de inmunidad que les da el miedo de las víctimas a perder el trabajo.
-¿Qué entiende la legislación española por violencia de género?
-La ley que regula cuando una persona es víctima de violencia de género desde el minuto uno en el que va a hacer la primera denuncia, involucra todo un procedimiento que comprende el acompañamiento desde la policía, el proceso judicial, prestaciones y todo lo que tiene que ver con el trabajo.
En UGT, además, contamos con estatutos que estipulan derechos para las mujeres víctimas de violencia de género que buscan su protección, tales como permisos retribuidos, ausencias en el trabajo sin justificar, traslados de centro de trabajo, entre otros.
En este momento estamos negociando ampliar esas medidas para que las empresas ofrezcan apoyo psicológico especial, sin que las trabajadoras víctimas de violencia doméstica tengan que pagar por ese servicio.
Eso me parece muy importante para que no queden desprotegidas.
-Cuando se detecta una situación de violencia, ¿cómo se procede para proteger a la víctima?
-Estos procesos judiciales son muy rápidos. Cuando se detecta una situación de violencia de género, se hace una orden de alejamiento y a la mujer se la lleva a un refugio.
Hay un proyecto muy bonito que es La Casa Malva*, en Gijón, Asturias, donde se dispone de pisos especiales de ayuda a las mujeres, les brindan formación, las acompañan en búsqueda de empleos. Es un acompañamiento integral para ellas y para sus hijos.
-El feminicidio es un problema importante en España…
-En este año llevamos unas cuarenta mujeres asesinadas.
Hubo una época a principio de año donde todos los días había uno o dos asesinatos, algo aterrador pero que por otro lado nos dio la posibilidad de visibilizar este problema.
Nos ha ayudado a poner en negro sobre blanco lo que es el acoso. La mujer que tal vez antes no percibía situaciones de maltrato verbal o maltrato psicológico, ahora es capaz de identificar ese maltrato.
Cada vez más el movimiento feminista nos está ayudando a las mujeres a ver que hay conductas que no puedes permitir, como que el varón te impida que vayas con amigos o amigas o te cuestione cómo vistes, porque por ahí empieza su control absoluto.
-¿Cómo ha impactado la reforma laboral en el mercado del trabajo, especialmente sobre las mujeres?
-Tiene que ver también con la crisis. Las mujeres tenemos un trabajo más precario, peor pagado, pero cuando a los hombres en un trabajo más calificado o no calificado pero mejor pagado los despiden quien sostiene a la familia es la mujer, con uno o dos trabajos, temporales y mucho peor pagados.
La reforma impacta también en la pensión de jubilación de las mujeres más que la de los hombres.
El 80 por ciento del contrato al tiempo parcial lo hacen las mujeres, no por elección propia sino porque las empresas no ofrecen contratos parciales a los hombres.
-Es ahí en donde se ve la brecha salarial entre el hombre y la mujer.
-En España, según estudios de UGT con fuentes del Ministerio de Trabajo, la brecha salarial es de 22,86 por ciento.
Se ha incrementado en el último año a pesar de que hay una ley que obliga a las empresas a hacer planes de igualdad y reducir las brechas salariales.
Además, los hombres siempre tienen un complemento, o a la hora de las promociones son los primeros en ser tomados en cuenta, al igual que cuando son elegidos para cargos de dirección.
-¿Qué se espera que suceda ahora con Mariano Rajoy fuera del gobierno?
-El primer mensaje que lanzó Pedro Sánchez era que va a aprobar una ley de igualdad salarial. Ya teníamos un borrador de ley de transparencia salarial pero muy floja, que no hablaba de transparencia, tocaba otros temas de planes de igualdad.
Espero y confío que nuestro nuevo presidente escuche a su sindicato, que es UGT, y le podamos hacer aportes serios y que de verdad estén por la igualdad salarial.
-¿Cuál ha sido tu experiencia en este 5° Encuentro Internacional, en el cual has participado en un panel?
-La verdad es que no tengo más que agradecer a la ATILRA y a su secretario general Héctor Ponce que me haya invitado porque me llevo una visión más global de la situación.
Nos llevamos también la experiencia de ATILRA como estructura inserta en la sociedad.
Si el sindicato vigila y ayuda para que se cumplan las normas de salud laboral, y que haya mejoras en condiciones laborales, es fantástico.
Si además cuida de la formación, de hacer llegar productos de primera necesidad a la gente y ofrece una sanidad -algo impensable en España-y apuesta por las personas y por la ciudadanía, es simplemente increíble.
*“La Casa Malva” fue inaugurada en marzo de 2007. Es el primer centro puesto en marcha en España de conformidad con las medidas que establece la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
En Sunchales (Santa Fe),
Nelson Godoy