Cada vez son más los jóvenes que se suman a las Marchas del Silencio, que desde 1996 recorren las calles del centro de Montevideo los 20 de mayo en reclamo de verdad y justicia sobre las violaciones a los derechos humanos bajo la dictadura.
Esta vez el contexto era especial, y fue tal vez por eso que a pesar de la lluvia, del frío y del viento de la noche la gente fue tanta. Nadie sabe calcular bien la multitud: seguramente decenas de miles de personas marchando compactas por la calle y en silencio alrededor de 20 cuadras.
Lo especial del contexto de este año: que los militares se sacaran la careta casi que como nunca antes, que uno de los suyos, el ex comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Guido Manini Ríos, se lanzara a formar un partido político, consciente de la impunidad que los ampara.
Y también que quedaran una vez más en evidencia las torpezas, las agachadas, las medias tintas, en fin las cobardías de los gobiernos progresistas para obligar a los militares y a los civiles de la dictadura a revelar la verdad sobre el paradero de los desaparecidos, y de la justicia para sancionarlos.
Por todo eso, esta del lunes no fue una Marcha del Silencio más. La bronca, la desazón acumuladas se hicieron sentir aún sin que nadie coreara consigna alguna.