Debía ser una de las manifestaciones más concurridas en 25 años. El contexto político, con la llegada al gobierno de una suerte de “partido militar”, hacía prever que así sería. Pero el coronavirus cambió las cosas y la Marcha del Silencio, que reúne a decenas de miles de personas en las calles de Montevideo desde 1996 por verdad y justicia sobre los detenidos desaparecidos, tuvo que reinventarse.









