El mundo sigue con estupor, dolor y aprehensión el avance descontrolado de los incendios forestales en Australia, donde diversos factores como una sequía muy prolongada, altísimas temperaturas, vientos arrachados, falta de previsión y un modelo económico que privilegia el lucro a toda costa instalaron las condiciones para «la tormenta perfecta». Una tormenta de fuego.
